Paul von Lettow-Vorbeck, 1870-1964

La Primera Guerra Mundial no solo se caracterizó por el atroz combate en las trincheras de Europa, sino por la aparición de Caudillos Legendarios en otras partes del frente. Verdaderos héroes de carne y hueso, que al estilo de los caballeros medievales, usaba su ingenio, su carisma y su audacia para cambiar el curso de los acontecimientos e imponerse a sus enemigos. El más famoso de estos héroes fue sin duda el británico Lawrence de Arabia, pero es poco conocido que los alemanes también tuvieron su héroe legendario en la figura de Paul von Lettow-Vorbeck, quien desató con sus soldados indígenas “Askaris”, una exitosa guerra de guerrillas en África contra el enormemente superior ejército británico, resistiendo hasta el fin de la Guerra y causando numerosas humillaciones a sus enemigos. Sus éxitos le convirtieron en leyenda y sirvieron para demostrar una vez más que los números no ganan las guerras por sí solos, las que ganan las guerras son las ideas, la mentalidad ganadora y el pensar que no hay nada imposible.

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Paul von Lettow-Vorbeck, 1870-1964
Paul Emil von Lettow-Vorbeck nació en 1870 en Saarlouis, ciudad fronteriza con Francia que en la época pertenecía a Prusia. Saarlouis era también un puesto militar fronterizo al cual estaba asignado su padre; un oficial del ejército que pertenecía a la pequeña nobleza de Pomerania. Paul pasó su juventud en escuelas de Berlín y cuando tuvo la edad necesaria pudo cumplir su sueño de emular a su padre, ingresando en al Academia de Oficiales de Potsdam, Berlín, en la cual se graduó como Teniente en 1890.En 1900, Paul von Lettow-Vorbeck fue destinado a participar en la fuerza expedicionaria internacional que acudía a China para sofocar la “Rebelión de los Bóxers” y “salvaguardar” los intereses Occidentales en éste país, en definitiva una aventura colonial en toda regla desatada por las potencias europeas, EEUU y Japón, con la pretensión de adueñarse y repartirse los puertos comerciales chinos y dominar políticamente éste prosperó país.

Tras el éxito de la expedición a China, Paul von Lettow-Vorbeck fue enviado a la colonia alemana de “África del Sudoeste”, actualmente Namibia. En 1904, el líder de la tribu “Herero”, Samuel Maharero se alzó en armas contra el salvaje colonialismo alemán que los estaba exterminando iniciándose un cruento conflicto en el que los indígenas serían diezmados. Paul von Lettow-Vorbeck participó en esta guerra bajo las ordenes del general alemán Lothar von Trotha, quien en agosto de ese mismo año de 1904 aplastó la rebelión tras su victoria en la “Batalla de Waterberg”. Tras la victoria, el general von Trotha ordenó el asesinato masivo de los hereros supervivientes, o su deportación al desierto, desatando así un feroz genocidio que casi exterminó a esta antigua tribu africana, solo su líder Samuel Maharero y unos mil supervivientes, consiguieron escapar a los territorios británicos donde fueron acogidos y protegidos. Pese a no estar de acuerdo con este genocidio, von Lettow-Vorbeck debía acatar las órdenes de su superior y participar en el mismo como oficial que era. Poco después de este exterminio se sublevaron los indígenas “Nama”, una rama de la tribu Khoikhoi (llamada “Hotentotes” en Occidente), tribu que sufrió el mismo triste destino que los Hereros, siendo masacrados por las tropas coloniales alemanas.

Estas genocidas campañas contra los indígenas duraron entre 1904 y 1906 y asentaron fuertemente el poder de Alemania sobre sus colonias, desde entonces, los indígenas temerían tanto a los alemanes que serían sumamente fieles a estos. Durante los combates de 1906, von Lettow-Vorbeck recibió una herida en el ojo izquierdo y tuvo que pasar un buen tiempo recuperándose en un hospital británico de Sudáfrica, lugar donde hizo amistad con el gran militar y político sudafricano Jan Smuts, quien curiosamente tiempo después será su principal enemigo.

En 1907, von Lettow-Vorbeck fue destinado al Estado Mayor del 11º Cuerpo de Ejercito, para permitirle descansar de la feroz campaña africana y mejorar la recuperación de su ojo. En 1909 Paul fue ascendido, por sus grandes capacidades y méritos, a comandante del 2º Batallón de la Infantería Marina del Káiser, una tropa de élite de reserva asentada en Wilhelmshaven, en la Baja Sajonia de Alemania.

En Octubre de 1913, von Lettow-Vorbeck fue de nuevo destinado a su querida África, esta vez como comandante de las “Schutztruppe” o Tropas de Protección de la colonia alemana de Camerún. Pero justo antes de que pudiera asumir su nuevo mando, el 13 de abril de 1914 llegó una orden de transferencia a un nuevo destino, siendo designado como comandante de las escasas tropas alemanas que defendían la colonia del “África del Este Alemana”, la actual Tanzania.

Esta colonia, tenía muy poca importancia política y económicamente su única importancia consistía en sus puertos comerciales. Pese a esto, era una colonia ambicionada por ingleses y belgas por su importancia estratégica, al ser un territorio que limitaba al norte con el África del Este Británica, hoy en día Kenia y Uganda, al este con el Congo Belga y la Rhodesia británica o Zambia y al sur con Mozambique, colonia de los portugueses, tradicionales aliados de los británicos. Los ingleses ambicionaban el territorio para unir sus colonias y tener más salidas al mar, al igual que los belgas. La colonia alemana estaba por tanto rodeada de enemigos y el estallido de la Primera Guerra Mundial en julio de 1914 puso en graves aprietos a los alemanes que debían protegerla. Los alemanes, conocedores de su inferioridad militar en África pretendían que el conflicto se redujera a Europa y que las colonias fueran respetadas, pero la invasión alemana de la neutral Bélgica cambió todo esto y la guerra comenzó también en África.

Para defender la colonia de África del Este, von Lettow-Vorbeck disponía de un experto cuerpo de oficiales y suboficiales alemanes compuesto de 260 hombres, los cuales, mandaban una tropa de 2.500 guerreros indígenas llamados “Askaris”. Por otra parte, el gobernador de la colonia contaba con otros 60 oficiales alemanes y 2.000 Askaris encuadrados en fuerza de policías y usados como reserva en caso de invasión. Este ejército bien entrenado tenía su principal carencia en la falta de unidades de artillería, von Lettow solo contaba con algunos pequeños cañones de 37 mm, utilizables sólo a corto alcance. Tampoco tenía unidades de caballería, ni de transporte mediante mulas, ya que las hordas de moscas Tse-Tsé impedían el uso de animales equinos. El transporte de aprovisionamientos para el ejército alemán de la colonia debía ser llevado a cabo con el uso de unos 250 porteadores nativos que llevaban los bultos sobre la espalda y la cabeza.

Por si fuera poco, los Askaris solo tenían un puñado de los excelentes fusiles Mauser Gewehr 98, usados por el resto del ejército alemán en Europa y en el resto de colonias de África(al ser más importantes económicamente para Alemania tenían mejor material militar que la colonia de África del Este). La mayoría de fusiles usados por los Askaris eran los viejísimos Máuser de 1871, los cuales usaban munición de 11 mm de pólvora negra, munición que al dispararse producía un cegador humo. Por último, Von Lettow solo contaba con un puñado de ametralladoras de estilo Maxim, las cuales eran operadas sólo por suboficiales blancos y en caso de que estos fueran heridos o murieran en acción serían inútiles al no saberlas usar los Askaris. Esta desventaja en armamento era un serio hándicap para los alemanes, pero von Lettow estaba dispuesto a suplirlo con el mejor entrenamiento de sus hombres, su mayor dinamismo y una fuerte agresividad en combate.

Al iniciarse la guerra en Europa, Lettow-Vorbeck desoyó las órdenes de mantener la neutralidad en África y no provocar conflictos en la zona, sabedor de que tarde o temprano la guerra se extendería a África y ante la inferioridad numérica debía por lo menos tener la iniciativa. Su primer proyecto de ataque, un raid para cortar el vital ferrocarril británico a Uganda, fue desestimado por el gobernador de la colonia; Heinrich von Schnee. Un grave error estratégico que von Lettow-Vorbeck no permitiría que se repitiese, así que desde entonces decidió actuar sin solicitar permiso al gobernador, pero ya era demasiado tarde, el retraso en sus operaciones producido por la falta de apoyo del gobernador, favoreció que la iniciativa pasase a manos británicas y estos serán los que comenzaran la guerra en África.

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Campaña del África del Este Alemana, fuente WWI Gallery

Para conquistar el África del Este Alemana, los británicos decidieron mandar una expedición desde la India comandada por el general Arthur Aitken y compuesta por varios buques de guerra y por 8.000 soldados indios fuertemente armados. El primer objetivo de Aitken era capturar el puerto de Tanga, el más importante de la colonia, ubicado al norte de la misma, a los pies del famoso monte Kilimanjaro y cercano a la frontera con las colonias británicas del norte. La conquista de Tanga era vital para que los británicos pudieran desembarcar nuevas tropas y suministros con los cuales avanzar fácilmente hacia el sur y conquistar así el resto de la colonia alemana.

El 2 de noviembre de 1914 los británicos llegaron a la zona, cogiendo por sorpresa a los alemanes, los cuales en un primer momento decidieron no defender el puerto y declararlo abierto, con el fin de evitar que fuera bombardeado por los buques británicos. Pero tras enterarse de la noticia, Von Lettow-Vorbeck decidió hacer caso omiso a las autoridades civiles y defender el puerto a toda costa. En primer lugar hizo circular el falso rumor de que el puerto estaba minado y de que lo defendían más hombres de los que en realidad había, (en realidad solo estaba defendido por una compañía de Askaris). Los británicos creyeron estos rumores y durante varios días se mantuvieron dubitativos, no sabiendo si desembarcar o no sus tropas. Este tiempo fue vital para que Von Lettow reuniera todos los refuerzos que pudo, 1.100 hombres, y acudiera rápidamente a la zona, (usando el ferrocarril), para impedir el desembarco enemigo. Finalmente, el general británico, Arthur Aitken, cansado de esperar y temeroso de encontrarse con minas si desembarcaba en el puerto, decidió desembarcar algunos kilómetros al sur del puerto y desde allí conquistar la ciudad por tierra.

La decisión de los británicos de atacar por tierra fue un grave error, ya que previamente debían atravesar la jungla africana, un hábitat sumamente hostil para los soldados indios, los cuales debieron enfrentarse a continuas emboscadas de los Askaris que les causaron enormes bajas y encima a las terribles picaduras de las agresivas abejas de la zona. (Por ello los ingleses denominan esta batalla como “Battle of the Bees” o “Batalla de las Abejas”)

Tras varios intentos infructuosos de conquistar Tanga, los británicos decidieron hacer una pausa en su ofensiva para recomponer sus tropas y reorganizarse, esta pausa fue aprovechada por Von Lettow-Vorbeck para lanzar un agresivo contraataque que obligó a los británicos a reembarcarse y abandonar la zona. Ésta victoria de Von Lettow demuestra la gran talla de este hombre como general, ya que estando superadas sus tropas por una diferencia de 8 a 1 decidió atacar al enemigo, saldándose su osadía con una merecida victoria que le permitió capturar gran cantidad de armamento y munición abandonada por los soldados británicos en su apresurada huida hacia los botes. En lugar de masacrar a los británicos en retirada, Von Lettow les permitió embarcarse en sus botes y solicitó una conferencia en la playa con el general Aitken, a la que éste accedió gustoso. Increíblemente, ambos generales, como caballeros de antaño, se dedicaron a pasear por la playa comentando la batalla acontecida mientras tomaban juntos una botella de brandy. Otra muestra de la caballerosidad de Von Lettow fue ordenar a sus médicos que atendiesen a todos los soldados indios heridos. Mientras Von Lettow defendía Tanga, otra columna británica avanzó desde las colonias británicas del norte hacía el sur para invadir el África del Este Alemana. Sin embargo fue derrotada al intentar traspasar las fuertes defensas alemanas en el monte Kilimanjaro.

En respuesta a las ofensivas británicas, Von Lettow decidió lanzar “raids” o rápidos ataques sorpresa sobre las principales vías de ferrocarril del África del Este Británica. Esta guerra de guerrillas y ataques sorpresa continuó durante todo el resto del año y comienzos del siguiente. El plan de Von Lettow era hacer durar la guerra en la zona el máximo tiempo posible, obligando así a los británicos a distraer numerosas fuerzas que de otra forma podrían estar combatiendo contra Alemania en el frente de Europa.

No contento con la acción guerrillera, Von Lettow decidió también avanzar hacia el norte capturando una pequeña porción de la franja costera para de esa forma alejar la frontera británica de la importantísima ciudad portuaria de Tanga. Su éxito duró poco, porque los británicos reconquistaron el terreno perdido poco tiempo después y avanzaron hasta Jassin, ciudad fronteriza alemana, situada a tan solo 50 km de Tanga. Viendo que estaba perdiendo la iniciativa y temiendo una nueva aproximación británica sobre Tanga, Von Lettow decidió reconquistar la frontera norte dirigiéndose a principios de 1915 hacia Jassin, la cual solo estaba guarnecida por 300 soldados indios.

En la Batalla de Jassin, acontecida el 18 de enero de 1915, Von Lettow volvió a derrotar a los británicos, pero la eficaz defensa británica le salió muy costosa, ya que perdió a 27 oficiales y suboficiales alemanes, incluido el capitán Tom von Prince, su segundo al mando y hombre de confianza. Estos experimentados hombres eran irremplazables ya que era imposible que acudieran refuerzos de nuevos oficiales desde Alemania, debido al dominio marítimo británico. Pese a estas dolorosas pérdidas, Von Lettow felicitó a los capitanes británicos Hanson y Turner, los encargados de defender Jassin y los liberó bajo promesa de que estos no volverían a pelear contra él.

Con el objeto de no volver a sufrir tantas bajas, Von Lettow volvió a su estrategia defensiva-guerrillera, lanzando ataques relámpago contra el ferrocarril británico de Uganda. A su vez, Von Lettow se dedicó a aumentar sus fuerzas, integrando en ellas a los policías Askaris y reclutando a varios contingentes de ciudadanos austriacos que vivían en la colonia e incluso a antiguos militares alemanes jubilados, como el general en retiro, Wahle, a quien Von Lettow otorgó el mando del sector defensivo oeste, para defender la colonia de los posibles ataques belgas. Algunos voluntarios no se incorporaron al ejército regular, sino que formaron compañías de francotiradores que actuaban como guerrilleros realizando pequeñas incursiones contra el enemigo. A principios de 1916, Von Lettow había aumentado sus fuerzas a 3.000 alemanes y 12.000 Askaris, aunque muchas de estas tropas no tenían la calidad necesaria y necesitaban un gran entrenamiento.

El éxito de Von Lettow a la hora de reclutar indígenas se debía al gran respeto que estos le tenían. Von Lettow era capaz de hablar fluidamente su lengua, el swahili, y sobre todo les trataba con un gran respeto e igualdad, para él, todos sus soldados blancos o negros eran “africanos” y luchaban por una patria común. Pese al aumento de sus tropas y al equipamiento capturado a los británicos, Von Lettow tenía aún una grave carencia en artillería, munición de fusil y tan solo contaba con 96 ametralladoras, (17 de ellas capturadas a los británicos), para defender toda la colonia. Este déficit en equipo obligaba a Von Lettow a esquivar las batallas campales y a seguir usando sus eficaces métodos guerrilleros. Curiosamente, un acontecimiento nefasto para Alemania; el hundimiento del crucero alemán “Konigsberg”, hundido por los ingleses en la boca del río Rufiji, sería toda una bendición para Von Lettow, que sumaria a sus efectivos los 188 marineros y oficiales supervivientes de este crucero y sobre todo, contaría por fin con artillería pesada, al desembarcar los cañones de este buque y emplazarlos en las defensas terrestres de los puntos mas vulnerables de la colonia. Con el aumento de sus efectivos y contando por fin con artillería, (aunque ésta no fuera móvil), Von Lettow incrementó los ataques relámpago contra las vías de ferrocarril y las comunicaciones enemigas, poniendo a los británicos en graves aprietos y obligándoles a trasladar más tropas a la zona, tropas que eran necesarias en las trincheras de Europa y que por las acciones de Von Lettow debían ser usadas en África.

A comienzos de 1916, los británicos decidieron acabar de una vez por todas con la colonia de África del Este Alemana y con las guerrillas de Von Lettow-Vorbeck, enviando desde Sudáfrica un ejército expedicionario de 45.000 hombres comandados por Jan Smuts, un experto oficial, conocedor de África y como vimos anteriormente, amigo personal de Von Lettow en tiempos de paz. Esta expedición desembarco en el África del Este Británica, con la intención de atacar la colonia alemana desde el Norte. Los británicos confiaban en que su superioridad numérica, el disponer de una brigada de caballería, algunos carros blindados (tanques primitivos) y lo más importante; una brigada de artillería con cinco baterías de cañones, les daría una fácil victoria sobre el escurridizo Von Lettow. Por si fuera poco, los belgas iniciarían al mismo tiempo una ofensiva por el oeste de la colonia con el objeto de coger a los alemanes entre dos fuegos y poco después los portugueses entrarían en guerra al lado de los aliados, amenazando el flanco sur de la colonia. Para defenderse de esta doble ofensiva, Von Lettow contaba en la época con 2.712 alemanes, 11.367 Askaris y 2.531 irregulares (porteadores armados que hacían la función de guerrilleros y que estaban comandados por oficiales jubilados). Con una tropa tan sumamente inferior en número y armamento a la británica, Von Lettow decidió no entablar ninguna batalla campal y esquivar a sus enemigos hasta que se presentara una oportunidad de golpearlos.

Smuts inició el avance sobre la colonia alemana dividiendo a sus fuerzas en dos columnas con el objeto de rodear al ejército de Von Lettow y destruirlo. Smuts confiaba en la velocidad de sus tropas de caballería para cortar la retirada de Von Lettow y atraparlo, pero curiosamente sus planes se verían frustrados por la acción de un pequeño insecto: la mosca Tse-Tsé. Pese a que Smuts había sido advertido del peligro que representaba esta mosca para la vida de los equinos, no creyó que fuera un peligro tan importante, pensando que podría reemplazar sus animales muertos con nuevas remesas enviadas desde el Norte, sin embargo, el numero de animales que perdía a diario era enormemente superior al de animales de refresco que recibía, lo cual impidió que sus tropas de caballería fueran eficaces y pudieran cabalgar a la captura de los alemanes.

Von Lettow logró eludir las maniobras de cerco, tramadas por Smuts, pero, mientras, una columna belga al mando del general Jacob van Deventer logró cortar el ferrocarril de la colonia, impidiendo así que Von Lettow pudiera aprovisionarse. Smuts pensó que Von Lettow decidiría rendirse después de esto, pero éste ni siquiera lo pensó, su única idea era alargar la guerra para distraer del Frente Europeo al mayor número de enemigos posible, así que, en vez de defender Tanga y las ciudades de la colonia, decidió abandonar éstas y dirigirse hacia el sur. Por su parte, los belgas continuaron su exitoso avance, pese a los desesperados e infructuosos intentos que hicieron para evitarlo las tropas irregulares comandadas por el veterano general Kurt Wahle (1855-1928). Finalmente, los belgas ocuparon la mayor parte del centro de la colonia y enlazaron con los británicos que habían ocupado el Norte.

Para fines de septiembre de 1916 todo parecía perdido para los alemanes de Von Lettow, los cuales solo retenían en sus manos el sur de la colonia. Los británicos dominaban todos sus puertos y ciudades importantes de la zona norte, los belgas toda la parte este y centro y para colmo los portugueses habían decidido atacar la zona sur aunque habían sido derrotados momentáneamente. Sin embargo, Von Lettow no se daba por vencido, sabía que sus esperanzas eran pocas, sobre todo porque no podía reponer las bajas que sufría ni contaba con reservas de municiones, pero sabía que sus enemigos también estaban también agotados y esa era su ventaja.

Los británicos habían sufrido varias bajas por las emboscadas de los guerrilleros alemanes pero esto era un problema menor comparado con la gran cantidad de enfermedades que empezaron a diezmar sus tropas y la falta de suministros que sufría un ejército tan enorme y tan difícil de abastecer en un terreno selvático y sumamente difícil. Las enfermedades causaron tantas bajas, que en Octubre de 1916 los británicos tuvieron que detener su ofensiva porque sus tropas estaban sin efectivos suficientes.

Estas enfermedades significaron la salvación para Von Lettow, quien pudo disponer así de tiempo para reorganizarse y para planear su contraofensiva. Sin embargo, uno de sus oficiales, el capitán Wintgens no quiso esperarse y partió hacia el norte, en febrero de 1917, con un minúsculo grupo de hombres para atacar a los británicos. Las acciones de este intrépido, aunque desobediente, oficial permitieron a Von Lettow contar con más tiempo para reorganizarse, ya que los británicos pasaron varios meses dándole caza hasta capturarlo, finalmente, en octubre de ese mismo año. Sin embargo, pese a estas pequeñas victorias, Von Lettow, sufrió también la pérdida de muchos hombres que, cansados de las penalidades que sufrían, desertaron para atacar el norte del Mozambique portugués en busca de provisiones, o para regresar a sus hogares, aunque eso los obligase a convertirse en súbditos británicos. Esta circunstancia generó que el ejército de Von Lettow viese sus efectivos reducidos a menos de 3.000 hombres.

Finalmente, los británicos reemplazaron las enormes bajas sufridas, aunque con soldados novatos, y decidieron enviar una columna de 5.000 hombres para acabar con los restos del ejército de Von Lettow-Vorbeck atacando a mediados de octubre Mahiwa, la base de Von Lettow en el sur. Von Lettow solo disponía de 1.500 hombres para defender su base pero había fortificado sus posiciones con trincheras y ametralladoras y los británicos sufrieron una derrota similar a las que este tipo de defensas causaba a sus compañeros en Europa cuando realizaban un ataque frontal masivo. Los británicos perdieron 2.700 hombres, más de la mitad de sus hombres, en cambio, los alemanes sufrieron tan solo 100 muertos, aunque, para las menguantes fuerzas con que contaban, aún estas pequeñas pérdidas eran importantes. Esta importante victoria permitió a Von Lettow obtener de nuevo un respiro, ya que los británicos tardarían tiempo en reunir una expedición similar y por tanto, con objeto de obtener la iniciativa, Von Lettow se lanzó al ataque, invadiendo el Mozambique portugués.

El 25 de noviembre de 1917 Von Lettow-Vorbeck cruzó con su ejército “nómada”, el río Rovuma, que dividía ambas colonias, y tras derrotar fácilmente a las guarniciones fronterizas portuguesas tomó la localidad de Ngomano y consiguió apoderarse de varios depósitos de municiones y suministros que permitieron abastecer a sus tropas adecuadamente para un largo periodo. La facilidad con que los portugueses eran derrotados obligó a los británicos a mandarles tropas de refuerzo, desembarcando un ejército inglés en Porto Amelia e iniciando un movimiento de flanqueo con objeto de capturar a Von Lettow entre los ejércitos ingleses y portugueses, sin embargo, Von Lettow vio la trampa antes de que aconteciera y la eludió fácilmente. Poco después, Von Lettow capturó un barco hospital y pudo aprovisionarse de los medicamentos que tanto necesitaban sus hombres, en especial de la quinina tan necesaria para combatir la mortífera malaria. Su campaña en Mozambique estaba siendo sumamente provechosa para Von Lettow, sus victorias constantes sobre británicos y portugueses le permitieron rearmarse completamente y obtener una capacidad ofensiva con la que poder atacar objetivos de mayor envergadura.

En julio de 1918, Von Lettow derrotó a la guarnición británica-portuguesa que defendía la importante ciudad de Namakura y, tras saquearla, se apoderó de un enorme número de armas y suministros. Tras esta victoria, Von Lettow amenazó con atacar la capital de Mozambique, obligando a británicos y portugueses a concentrar sus tropas en la defensa de la capital, gracias a lo cual, Von Lettow pudo avanzar fácilmente hacia el norte y regresar al África del Este Alemana a finales de septiembre de 1918. Los británicos intentaron capturarlo una vez más, avanzando sus tropas desde el norte y el sur con el objetivo de capturarlo en el centro del país, pero Von Lettow nuevamente fue más listo que sus contrincantes y escapó hacia el oeste, invadiendo la Rhodesia Británica y derrotando de nuevo a los británicos el 13 de noviembre de 1918 en la batalla de Kasama.

Dos días después Alemania se rendía a los aliados en Europa, acabando así la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, las noticias de la rendición no llegaron hasta Von Lettow hasta varios días después, debido a que este se encontraba en una zona recóndita y aislada de las comunicaciones. Tras corroborar que las noticias eran ciertas, Von Lettow se rindió a los aliados el 25 de noviembre de 1918, diez días después de acabada la guerra.

Al momento de su rendición, Von Lettow disponía tan solo de 155 oficiales y suboficiales alemanes, 1.168 askaris y 3.000 porteadores, un escaso ejercito que había sobrevivido heroicamente durante cuatro años de guerra, derrotando a ejércitos enemigos muy superiores en número. Tras ser repatriado por las autoridades británicas, Von Lettow-Vorbeck regresó a Alemania en enero de 1919, siendo aclamado como un héroe por la población civil, para la cual, sus gestas en África habían sido motivo de alegría y esperanza durante los peores meses de la guerra. El ejército de Von Lettow había sido el único ejército alemán que no había sido derrotado en el campo de batalla y por ello, el Káiser decidió recompensar sus servicios en el último edicto que promulgó antes de su deposición. Mediante este edicto, se ascendía a Von Lettow al grado de general y se le concedía la más alta condecoración alemana de la época: la Medalla Pour le Mérite, o “Max Azul”. Ese mismo año de 1919, Von Lettow se casaba con Martha Walroth, con la cual tendrá tres hijos en los años posteriores.

Durante la dura postguerra, Von Lettow se mostró en contra de la política liberal de la República de Weimar, defendiendo siempre las políticas más conservadoras y monárquicas, y ayudando a reprimir las revueltas comunistas de la época. Esta mentalidad, hizo pensar a los nazis que podrían atraerlo a su partido para ganar así más popularidad, ya que Von Lettow era un personaje muy célebre y querido en todas las clases sociales alemanas. Pero fiel a su carácter, Von Lettow mando al infierno a Hitler, (literalmente le dijo: “vete al infierno”).

Por su negativa a ingresar en el partido nazi, Von Lettow fue alejado del reconstruido ejército alemán o Wehrmacht y mantenido al margen como un simple “General para Asuntos Especiales”, o sea, para calentar la silla de un despacho y dedicarse a actos protocolarios, con lo cual no participó activamente durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su estilo de combate sería reutilizado durante la Segunda Guerra Mundial por Theodore von Hippel, uno de los oficiales más jóvenes y brillantes que habían servido bajo su mando en África y que era el jefe de los “Brandenburger”, los comandos del Servicio de Inteligencia Alemán.

Al final de la guerra, Von Lettow obviamente perdió su aburrido cargo, cosa que a él no lo importó demasiado, ya que su corazón estaba destrozado por la muerte en combate de sus dos hijos varones: Rüdiger y Arnd. Con tan solo la compañía de su mujer y su hija, y con su casa y propiedades arrasadas por los bombardeos aliados, Von Lettow sobrevivía de las pensiones y ayudas que le mandaba Jan Smuts, su viejo amigo-enemigo y otros oficiales británicos que habían combatido contra él en África.

En 1959, Von Lettow decide retornar a África para reencontrarse con su viejo amigo, Jan Smuts, (que había llegado a ser presidente de Sudáfrica), y agradecerle en persona la ayuda que le estaba dando y que le había cuando mas falta le había hecho. Von Lettow visitó también África del Este Alemana, o Tanzania y se reencontró con varios Askaris que habían servido a su ordenes y que le acogieron de forma muy emotiva.

Finalmente, Von Lettow regresó a Alemania, donde vivió de una pensión que le otorgó su amigo Smuts hasta que la muerte le sorprendió en Hamburgo en 1964. A su muerte, el gobierno federal de Alemania tuvo la consideración y la decencia de acordarse de sus antiguos Askaris y otorgar una pensión de dinero para todos los que Askaris que aún vivían en la época.

Con la muerte de Von Lettow desaparecía el último guerrero legendario del siglo XX, al igual que a Lawrence de Arabia, la paz fue para ellos peor que la guerra. Su sitio estaba en los campos de batalla, donde el enemigo venia de frente y no en la paz, en la cual acechaba desde cualquier esquina política.

Fuentes:

Abbott, Peter.: Armies in East Africa, 1914-18. Editorial Osprey. Oxford 2002. ISBN-13: ‎978-1841764894.

© 2009 – Autor: Marco Antonio Martín García
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2 comentarios

  1. Felicidades a ambos, a nuestro general por su valentía y a nuestro cronista por su insigne estilo (dan verdaderas ganas de llorar leyendo el primer párrafo). Solo un detalle: Alemania se rindió el 11, no el 13

    «…derrotando de nuevo a los británicos el 13 de noviembre de 1918 en la batalla de Kasama.

    Dos días después Alemania se rendía a los aliados en Europa…». Por lo demás, espectacular.

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