La Primera Batalla de Grozni, 1994-95

La Primera Batalla de Grozny, librada desde el 31-12-1994 al 06-03-1995, fue uno de los momentos decisivos de la Primera Guerra de Chechenia (1994-1996). La tenaz resistencia de las milicias de combatientes chechenos, frente al poderoso ejército ruso, derivó en un cruento combate urbano en el que ambos bandos sufrieron cuantiosas bajas, y Grozny, la capital de Chechenia, quedó completamente arrasada. Finalmente, las tropas rusas consiguieron hacerse con el control de las ruinas de la ciudad, pero, fue una victoria pírrica, de corta duración, y que puso en entredicho las capacidades militares del ejército ruso que había surgido de la desintegración de la URSS.

Soldado Ruso en Grozni, 19 de marzo de 1995
Soldado Ruso en Grozni, 19 de marzo de 1995
1 – Orígenes de la Batalla.

El 6 de septiembre de 1991, aprovechando el progresivo colapso de la URSS, un grupo de militantes del Congreso Nacional de los Pueblos Chechenos (CNPC) asaltó el Soviet Supremo que regía la pequeña república soviética de Chechenia, para forzar, por las armas, su disolución. Al día siguiente, 7 de septiembre de 1991, el gobernante soviético; Doku Zavgayev, huyó del país. Tras estos sucesos, se estableció un consejo provisional encargado de organizar unas elecciones presidenciales, y parlamentarias, mediante las que se elegiría a un nuevo gobierno.

El 27 de octubre de 1991, el líder del CNPC; Dzhojar Dudáyev (1944-1996), un prestigioso ex general de la Fuerza Aérea Soviética, se alzó con la victoria, en las elecciones presidenciales, con un 85% de los votos a favor. Pocos días después, el 2 de noviembre de 1991, fue proclamado como presidente de la nueva República Chechena de Ichkeria. De esta manera, comenzaba una nueva época de libertad para un país mayoritariamente islámico.

El proceso de independencia de Chechenia coincidió con la disolución final de la URSS, refrendada, el 8 de diciembre de 1991, mediante la firma del Tratado de Belavezha por parte de los presidentes de Rusia, Ucrania, y Bielorrusia. El presidente ruso, Borís Yeltsin (1931-2007), era consciente de la importancia estratégica de Chechenia, tanto por sus recursos energéticos (petróleo y gas), como por el hecho de transitar, a través de Grozny, el oleoducto Novorosíisk -Bakú, por ello, decidió tratar de revertir el proceso.

El 7 de noviembre de 1991, Yeltsin promulgó un decreto con el que oficialmente destituía de su cargo a Dudáyev, y además, ordenó el envío de un pequeño contingente de tropas a Grozny para tratar de hacerse con el control de la capital. Sin embargo, estas acciones provocaron una respuesta masiva de la población chechena que salió a las calles para protestar en masa y bloquear a las guarniciones rusas en sus bases. Finalmente, sin opciones de recuperar el control, y agobiado por el caos político y económico que imperaba en la nueva Rusia, Yeltsin decidió ordenar a sus tropas abandonar Chechenia en mayo de 1992.

Sin embargo, y pese a esta victoria, el pueblo checheno disfrutaría brevemente de la nueva libertad adquirida. Tras la retirada rusa, Dzhojar Dudáyev trató de formar un estado basado en el nacionalismo tradicionalista, y en un islamismo de corte conservador (wahabismo), que aglutinase a los múltiples, y diversos, clanes familiares que poblaban Chechenia. Una tarea nada fácil, a la que se sumaron problemas como la separación de la región de Ingusetia, que pasó a integrarse en la Federación Rusa (4 de junio de 1992), o la dificultad de lidiar con una oposición política, apoyada por Rusia, que optó por la vía de la sublevación armada.

Finalmente, y tras dos años de conflicto, el 26 de octubre de 1994, 5.000 soldados de las milicias rebeldes de Umar Avturkhanov, Bislán Gantamirov, y Ruslan Labazanov, apoyados por 36 carros de combate T-72A rusos, y por varios equipos de spetsnaz del FSB (Servicio Federal de Seguridad), asaltaron súbitamente Grozni con la intención de derrocar a Dudáyev.

Sin embargo, esta operación, planificada, y dirigida, por el general ruso Mikhail Kolesnikov (1939-2007), estaba condenada al fracaso. Las milicias gubernamentales de Aslán Masjádov (1951-2005) conocían los planes rusos de antemano (aún se desconoce el origen de la filtración) y emboscaron a los rebeldes cuando se aproximaban al Palacio Presidencial, destruyendo la mayoría de sus blindados con disparos de RPG (lanzacohetes antitanque portátil) lanzados desde los tejados.

La emboscada, se saldó con una completa derrota para los rebeldes, que se vieron obligados a retirarse tras sufrir, en poco tiempo, más de un centenar de bajas. Esta derrota de las milicias opositoras supuso un nuevo varapalo para Boris Yeltsin, que había confiado en establecer en el país un gobierno afín.

Sin más bazas que jugar, el 9 de diciembre de 1994, el presidente ruso ordenó a su ejército realizar una intervención armada en Chechenia con objeto de “desarmar a las milicias y restaurar el orden”, es decir; hacerse con el control político del país y, lo más importante para Rusia, recuperar también el estratégico oleoducto que lo atravesaba. Dos días después, las tropas rusas comenzaron la invasión, avanzando directamente hacia la capital, Grozni, que, en aquellos tiempos, contaba con una población de unos 400.000 habitantes.

Dzhojar Musáyevich Dudáyev (1944-1996)
Dzhojar Musáyevich Dudáyev (1944-1996)
2 – Los ejércitos enfrentados.

Para llevar a cabo la invasión de Chechenia, el general Pável Serguéyevich Grachov (1948-2012), que ejercía como ministro de Defensa ruso, destinó un contingente inicial de 23.700 soldados (de los 4.700 eran tropas de élite del Ministerio del Interior), apoyados por unos 80 tanques, 182 piezas de artillería, y 55 helicópteros. Este número de tropas era a todas luces insuficiente para llevar a cabo la tarea encomendada y, a causa de ello, el gobierno ruso tuvo que enviar refuerzos apresuradamente hasta llegar a los 58.000 soldados solo en unos pocos meses después, en marzo de 1995.

Este contingente terrestre ruso estaba apoyado por una potente Fuerza Aérea, compuesta por 515 aparatos, la mayoría de ellos aviones de ataque a tierra: Sukhoi Su-24 Fencer, y Su-25 Grach, aunque también contaban con medio centenar de cazas Mig-29 Fulcrum, y con una veintena de bombarderos estratégicos Túpolev Tu-22M3.

Frente a la invasión rusa, Chechenia sólo podía oponer un ejército embrionario, compuesto inicialmente por unos 12.000 hombres, que estaban agrupados en diversas, y variopintas, unidades del ejército, la guardia nacional, el Ministerio de Asuntos Internos, o simplemente en batallones de milicianos que seguían al líder de su clan. A estas tropas habría que añadir la progresiva llegada de voluntarios extranjeros: muyahidines de Afganistán, salafistas árabes, e incluso de un batallón de nacionalistas ucranianos, de la Asamblea Nacional de Ucrania (UNA-UNSO), comandados por Oleksandr Muzychko (1962-2014). Con el tiempo, y la constante movilización de efectivos, las tropas chechenas llegarían a contar con entre 30.000 y 45.000 hombres.

El principal problema de la mezcolanza de tropas que componían el ejército checheno radicaba en la grave carencia de material pesado que sufrían. Habían heredado 42 carros de combate soviéticos (4 T-62 y 38 T-72A), pero solo estaban en condiciones unos 15. Igualmente, sufrían escasez de piezas de artillería, pudiendo contar sólo con unas 30, principalmente ligeras, a las que se sumaban unos 25 lanzacohetes. La carencia de mantenimiento, y piezas de repuesto, también ocasionó que su Fuerza Aérea solo pudiera contar con 15 aviones de entrenamiento armados; L-29 Delfín y L-39 Albatros, que, para más inri, fueron destruidos en tierra durante las primeras horas de la contienda.

Pese a sus graves carencias, los soldados chechenos contaban también con algunas ventajas: contaban con un amplio arsenal soviético de armas ligeras (RPG y ametralladoras), conocían bien el terreno, estaban altamente motivados, y muchos de ellos tenían experiencia en combate, a causa de los conflictos internos previos.

En resumen, se puede decir que el ejército checheno era un conjunto de guerreros irregulares, de diversa calidad, que, ante todo, eran fanáticamente leales a sus respectivos comandantes, y jefes de clan. Frente a ellos se encontraba un ejército ruso que era muy superior en armamento pesado, pero que estaba conformado principalmente por reclutas poco motivados y que, además, tras la caída de la URSS sufría de graves carencias presupuestarias y estaba plagado de problemas de organización, abusos, y corrupción.

3 – La invasión rusa.

Al amanecer, del 11 de diciembre de 1994, comenzó la invasión de Chechenia. El destacamento ruso, comandado por el coronel general Alexei Mityukhin, estaba dividido en tres columnas: la primera, compuesta por 6.567 soldados bajo el mando del teniente general Vladimir Chilindin, partió desde Mozdok, Osetia del Norte, para entrar en Chechenia por el noroeste, una segunda columna, compuesta por 3.915 soldados, al mando del teniente general Alexander Chindarov, salió desde Vladikavkaz, Osetia del Norte, para entrar en Chechenia por el suroeste, y la tercera columna, con 4.053 hombres, al mando del teniente general Lev Rokhlin, entró en el país por el noreste, desde Kizlyar, Daguestán.

Durante los primeros días el avance de las columnas rusas fue bastante lento a causa del mal tiempo, a la destrucción de puentes y carreteras y, sobre todo, a los actos de sabotaje, y resistencia armada, emprendidos por parte de civiles hostiles. Cuando los convoyes rusos llegaban a una aldea, los habitantes salían a bloquearles el paso, y trataban de aprovecharse de la confusión, y pasividad, que imperaba entre los inexpertos reclutas rusos, para robarles armas y municiones, o incluso incendiar impunemente algunos vehículos. Ante esta situación, y tras perder un centenar de vehículos, y sufrir la captura de 58 soldados, los desconcertados mandos rusos ordenaron a sus tropas disparar, a partir de entonces, contra las muchedumbres que los saliesen al paso, con objeto de ahuyentar así a los civiles hostiles.  

Además de enfrentarse a estos actos de resistencia civil, las columnas rusas se toparon también con emboscadas realizadas por milicianos chechenos en lugares estratégicos, como puentes, o pasos de montaña. Unas escaramuzas que, gracias al apoyo aéreo, los rusos pudieron resolver sin sufrir apenas bajas pero que, sumadas a la mala logística, generaron nuevos retrasos en la operación. Es probable que todo esto provocase que, tras una semana de invasión, seis mandos rusos fueran reemplazados por “problemas de salud” (para no hablar de incompetencia), entre ellos, el comandante en jefe de la operación; Alexei Mityukhin, que fue sustituido por el teniente general Anatoli Kvashnín (1946-2022), y el general Chilindin, al mando de la columna salida de Mozdok, que fue reemplazado por el general Konstantin Pulikovsky.

Además de estos cambios en la cúpula de la operación militar, el ministro de Defensa ruso envió a Chechenia, como refuerzo, a dos batallones de tropas aerotransportadas, y cuatro regimientos de fusileros motorizados. Gracias a esta decisión, el número de efectivos rusos ascendió a 38.000 soldados, 230 carros de combate, 353 vehículos de transporte blindados, y 388 piezas de artillería. Dada la dureza de los combates que estaban por venir no serían los últimos refuerzos.

Finalmente, y tras combates cada vez más duros contra las posiciones de bloqueo chechenas, las columnas rusas consiguieron alcanzar los arrabales de Grozny el 25 de diciembre de 1994. En un primer momento, el ministro de Defensa, Pavel Grachev, rechazó asaltar la ciudad directamente, creyendo que sería más prudente rodearla, y asediarla lentamente, con la intención de forzar a sus defensores a huir a las montañas, en donde serían blanco fácil para la Fuerza Aérea. Sin embargo, el presidente Yeltsin tenía prisa por acabar el conflicto cuanto antes, e instó a Grachev a ordenar a sus generales tomar al asalto la ciudad.

4 – El Primer Asalto a Grozny.

El plan ruso, para hacerse con el control de Grozni, consistía en atacar la ciudad con varios destacamentos del ejército que avanzarían desde cuatro direcciones: norte, noreste, este, y oeste. Estos destacamentos, compuestos por batallones de infantería mecanizada (fusileros o paracaidistas), reforzados con secciones  de carros de combate, debían aprovechar su potencia de fuego para arrollar rápidamente las defensas chechenas y, con ello, abrir paso a varios grupos de Fuerzas Especiales (Spetsnaz), del ministerio del Interior, que tenían la misión de capturar los edificios clave de la ciudad.

Plan de Asalto Ruso a Grozi
Plan de Asalto Ruso a Grozi

El grupo Norte, comandado por el teniente general Konstantin Pulikovsky, y compuesto por tropas de asalto del 81º Regimiento de Fusileros Motorizados (RFM), el 255º RFM, y la 131ª Brigada Independiente de Fusileros Motorizados (BIFM), avanzaría por el flanco derecho para asegurar la parte norte de la ciudad, y aislar el Palacio Presidencial, y la Sede de Gobierno, facilitando así la tarea a los spetsnaz encargados de asaltar esos edificios.

El grupo Noreste, al mando del teniente general Rokhlin, y compuesto por destacamentos del 255º RFM, el 33º RFM, y la 74ª BIFM, debía avanzar por el flanco izquierdo para tomar el Hospital de Grozny y, tras eso, unir fuerzas con el grupo Norte.

El grupo Oeste, comandado por el mayor general Ivan Babichev, y conformado por tropas de la 19ª División de Fusileros Motorizados, debía avanzar a lo largo de las vías del ferrocarril, con objeto de hacerse con el control de la Estación Central y, tras eso, avanzar por el sur para completar el cerco sobre el Palacio Presidencial. 

El grupo Este, comandado por el mayor general Nikolai Staskov, y compuesto por elementos del 129º RFM, y un batallón de la 98ª División Aerotransportada (VDV), debía capturar los puentes que cruzaban el río Sunzha y enlazar con el grupo oeste.

Finalmente, unidades de la 76ª, y 106ª, divisiones aerotransportadas, deberían hacerse con el control de los distritos industriales de Zavodskaya y Katayama, para evitar que los chechenos pudieran incendiar la refinería, y la planta química.

Para hacer frente al plan de ataque ruso, el comandante Aslán Masjádov, encargado de la defensa de Grozny, contaba con unos 6.000 milicianos, 25 carros de combate, y unas 80 piezas de artillería, principalmente antitanques MT-12 (100mm) y obuses D-30 (122mm). Estas fuerzas, numéricamente iguales, o incluso superiores, a las comprometidas por los rusos, se agrupaban en tres anillos defensivos concéntricos, aunque las posiciones defensivas más fuertes se concentraban en torno al Palacio Presidencial y en posiciones de bloqueo en las grandes avenidas de acceso al centro de la ciudad.

Al anochecer, del 31 de diciembre de 1994, tras un breve bombardeo de preparación, y en medio de una espesa niebla, los blindados rusos comenzaron a entrar en la ciudad.

Miliciano Checheno junto a BMP destruido
Miliciano Checheno junto a BMP destruido

En teoría, el plan de ataque ruso era bueno, pero, como se vio al poco tiempo de comenzar la batalla, las tropas encargadas de llevarlo a cabo carecían de la suficiente motivación y, lo más importante, del entrenamiento en combate urbano para superar las defensas chechenas. Tres de los cuatro grupos de asalto; Este, Oeste, y Noreste, se vieron envueltos en duros combates y acabaron frenados en seco, lejos de sus objetivos iniciales.

Sólo el grupo Norte logró avanzar hasta sus objetivos, pero para su desgracia. El destacamento del 81º RFM avanzó por la calle Gospitalnaya, hasta llegar a pocos metros del Palacio Presidencial, pero, de repente, fue emboscado por milicianos chechenos que los atacaron, desde los tejados, con lanzacohetes anticarro (RPG) y disparos de francotirador. Tras perder la mayoría de sus blindados, y sufrir cuantiosas bajas, los supervivientes del 81º RFM tuvieron que emprender la retirada. Su teórica unidad de apoyo, la 131ª BIFM, no pudo ayudarlos, ya que su comandante, el coronel Ivan Savin, se desvió de su objetivo y continuó avanzando hasta llegar a la estación de ferrocarril, en dónde su unidad acabó aislada, rodeada, y bajo un fuego intenso que destruyó la mayoría de sus vehículos.

Al día siguiente, 1 de enero de 1995, el comandante Andriyevski organizó una columna de 40 blindados con la intención de adentrarse en la ciudad y rescatar a su superior, el coronel Savin (herido en ambas piernas), y al resto de los miembros del primer batallón de la 131ª BIFM, que permanecían cercados en la estación de tren. Sin embargo, su columna fue de nuevo emboscada por los chechenos y fracasó en su misión. Tras un nuevo intento de rescate fallido, el 2 de enero, los supervivientes de la 131ª brigada trataron de abrirse paso hasta sus líneas, pero se desorientaron, y fueron de nuevo emboscados, cerca del Palacio Presidencial, siendo aniquilados.

 En total, la 131ª BIFM sufrió unos 300 muertos, incluyendo al coronel Savin y la mayoría de oficiales, y la pérdida de casi todos sus vehículos. Además, 74 de los supervivientes fueron hechos prisioneros. El total, el grupo Norte, sufrió 1.500 bajas y la pérdida de más de 200 blindados. Con este fiasco, finalizaba el primer asalto ruso a Grozny.

Los milicianos chechenos habían sabido aprovechar la estrechez de las calles, y la debilidad del blindaje superior de los carros de combate, para inmovilizar las columnas rusas, destruyendo, desde los tejados, los carros que abrían y cerraban la marcha, con lo que el resto se veían imposibilitados de maniobrar, avanzar, o retroceder, mientras recibían una incesante lluvia de disparos de ametralladora y RPG`s. Además, los soldados rusos tenían la falsa creencia de que estaban a salvo en el interior de sus transportes blindados, y no los abandonaban hasta que era demasiado tarde, lo que provocaba un mayor número de bajas.

Soldados chechenos sobre T-72 ruso
Soldados chechenos sobre T-72 ruso
5 – La conquista de la ciudad.

Tras la dura derrota sufrida el día de Año Nuevo, el ejército ruso pasó unos días reorganizándose y, el 7 de enero de 1995, reanudó la ofensiva sobre Grozny. En esta ocasión, y aprendiendo de los errores pasados, el avance fue sistemático: grupos de infantería, apoyados por artillería, carros de combate, y bombardeos aéreos, se dedicaban a limpiar de enemigos una determinada zona de la ciudad antes de avanzar hasta la siguiente.

Los chechenos no se lo pusieron fácil, sus milicianos se solían esconder entre la población civil, para colocar trampas explosivas, actuar como francotiradores, o atacar de improviso a grupos de soldados rusos aislados. Ante estas actuaciones, los rusos incrementaron los bombardeos sobre la ciudad y comenzaron a usar pequeños grupos de reconocimiento para localizar las posiciones enemigas sin comprometer fuerzas mayores. Pero pese a todo esto, el avance ruso continuó siendo muy lento.

Tras una nueva pausa en las operaciones, en la que el destacamento ruso recibió como refuerzo varias unidades de elite de la Infantería de Marina y Spetsnaz, el 12 de enero, lanzaron una nueva ofensiva para tomar la ciudad. Tras varios días de bombardeos, y brutales combates casa por casa, los soldados rusos lograron abrirse paso hasta el centro de la ciudad. El 19 de enero tomaron al asalto el Palacio Presidencial y, dos días después, la emblemática estación de tren. Para finales de enero, toda la zona norte de la ciudad estaba bajo control ruso.

Pese a su valiente resistencia, los combatientes chechenos habían sufrido también muchas bajas, y los supervivientes, unos 3.500 combatientes, se vieron obligados a replegarse al sur del río Sunzha.

A comienzos de febrero, las tropas rusas cruzaron el río, y empleando profusamente bombardeos aéreos, y lanzallamas Shmel, se dedicaron a limpiar las últimas posiciones chechenas. Para el 8 de febrero ya controlaban el 80% de la ciudad. Tras una nueva pausa en las operaciones, en la que ambos bandos realizaron intercambios de prisioneros, el 20 de febrero se reanudó la ofensiva rusa contra los últimos focos de resistencia. Para el 6 de marzo de 1995 toda la ciudad estaba ya bajo su control.

6 – Consecuencias.

La victoria pírrica de Grozny costó al ejército ruso 1.376 muertos, unos 5.000 heridos, y 408 desaparecidos. Las bajas de milicianos chechenos son desconocidas, por la carencia de informes oficiales sobre las mismas. Por otro lado, los civiles muertos superaron la cifra de 35.000 personas, según la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa).

Rusia había obtenido el control de la capital chechena, pero para ello había tenido que reducir la ciudad a un montón de ruinas humeantes. Con sus escasos recursos, los chechenos habían puesto en evidencia las graves carencias que sufría el ejército ruso en aquella época: corrupción, fallos logísticos, falta de entrenamiento, desmotivación de los reclutas, y unos mandos, formados en la escuela soviética, que mostraban una total despreocupación por las vidas de sus hombres.

Para mayor inri, al año siguiente, el 6 de agosto de 1996, un grupo de rebeldes chechenos, liderados por Aslán Masjádov, se infiltró en Grozny y logró hacerse con el control parcial de la ciudad, aislando las guarniciones rusas. Ante esta circunstancia, los mandos rusos, demostrando que no habían aprendido nada, organizaron nuevas columnas para entrar en la ciudad, que, al igual que en la nochevieja de 1994, fueron fácilmente emboscadas y tuvieron que retirarse tras sufrir muchas bajas. La impotencia táctica rusa se tradujo en nuevos y masivos bombardeos contra la ciudad, que solo sirvieron para aumentar el número de civiles muertos.

Sin posibilidades reales de recuperar el control sobre Grozny en poco tiempo, con el ejército desmoralizado, y la opinión pública en contra de la guerra, Yeltsin autorizó a su enviado plenipotenciario, el general retirado Alexander Lebed (1950-2002), a firmar un acuerdo de paz con los chechenos.

El 30 de agosto de 1996, el general Lebed y Aslán Masjádov firmaron el Acuerdo de Paz de Khasavyurt (Daguestán), con el que se puso fin a las operaciones militares rusas en Chechenia. Al año siguiente, el 12 de mayo de 1997, los presidentes de ambos países, Yeltsin y Masjádov, refrendaron ese tratado en Moscú, restableciendo las relaciones diplomáticas, y económicas, entre ambos países. Rusia, continuó negándose a reconocer formalmente la independencia de Chechenia, pero aceptó el status quo, y la independencia de facto del país. La guerra había terminado, pero los problemas para el pueblo checheno continuarían.

El presidente Dudáyev había sido asesinado, el 21 de abril de 1996, por un misil ruso lanzado contra la señal de su teléfono satelital. Esta circunstancia dejó el camino libre para que Aslán Masjádov, el héroe de guerra checheno, se convirtiera en el nuevo líder del país. Sin embargo, Masjádov no estuvo a la altura de la tarea encomendada. Durante su mandato el país se sumió en el caos, y los señores de la guerra camparon a sus anchas, dedicándose a la delincuencia y el enriquecimiento ilícito mediante la corrupción. Los secuestros y asesinatos se convirtieron en algo cotidiano. A esto, se sumó la presión de los fundamentalistas religiosos para establecer en el país la Sharia (ley islámica). Finalmente, la invasión de Daguestán, por parte de una columna de islamistas chechenos, comandados por Shamil Basayev (1965-2006), provocó un nuevo conflicto con Rusia.

La victoria rusa en la Segunda Guerra Chechena (1999-2002) supuso el fin de la independencia del país, ayudó a cimentar la reputación del entonces primer ministro Vladimir Putin, y colocó en el gobierno del país a Ajmat Kadírov (1951-2004), cuyo hijo, Ramzán Kadírov, es el actual jefe de la República de Chechenia (que sigue siendo parte de la Federación Rusa).

Por último, cabe destacar que los errores cometidos por el ejército ruso durante la Primera Batalla de Grozny sirvieron para instar el proceso de reformas militares en las que se vieron inmersas las Fuerzas Armadas rusas durante la siguiente década. Un proceso basado en la progresiva profesionalización del ejército, y reducción de su tamaño, con objeto de afrontar mejor las guerras irregulares y que, irónicamente, redujo la capacidad militar rusa para afrontar una guerra convencional, como se ha visto tras la invasión rusa de Ucrania, en 2022.

Fuentes bibliográficas:

  • Galeotti, M.: Russia´s War in Chechenya. Publicado por Osprey. Gran Bretaña, 2014. ISBN: 978 1 78200 277 2
  • Oliker, O.: Russia´s Chechen Wars, 1994-2000. Publicado por RAND Arroyo Center en 2001. ISBN 0-8330-2998-3
  • Sandler, E.: Battle for Grozny. Publicado por Helion & Company Limited. Warwick, England, 2023. ISBN 978-1-804514-81-8
  • Sergeevich Kulikov, A.: The First Battle of Grozny. Artículo publicado por RAND Arroyo Center en la obra: Capital Preservation. Preparing for Urban Operation in the Twenty-First Century. Año 2001. ISBN: 0-8330-3008-6

© 2024 – Autor: Marco Antonio Martín García Todos los derechos reservados. Prohibido el uso comercial y la reproducción total, o parcial, de este texto sin la autorización y el consentimiento previo del autor.

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