El Ejército Soviético durante la Segunda Guerra Mundial

Durante décadas, el Ejército Soviético ha sido injustamente infravalorado por su actuación durante la Segunda Guerra Mundial. La imagen de torpes, y harapientos, combatientes, que sólo consiguieron derrotar a sus enemigos merced a su enorme superioridad numérica, fue creada, durante la postguerra, por una buena cantidad de oficiales alemanes que trataron de justificar su derrota con este falso relato. Una mentira que, en el contexto de rivalidad entre potencias conocido como “Guerra Fría”, fue adquirida, y ampliada, por una buena cantidad de historiadores, y periodistas, occidentales, con el fin de desprestigiar, y minimizar, el potencial bélico de la URSS, y que, pese a que ya no existe la URSS, ha perdurado, en nuestro imaginario colectivo, hasta nuestros días. La verdad es que, cuando hablamos del Ejército Soviético, habría que diferenciar entre el Ejército Rojo de 1941, el de 1942-43, y, sobre todo, el de 1944-45. El de 1941 era un ejército con numerosos problemas, y deficiencias, a todos los niveles, pero, tras resurgir de sus cenizas en 1942-43, se convirtió, en 1944, en uno de los ejércitos más poderosos del mundo, con un alto nivel de entrenamiento, equipamiento, y potencia de fuego. Felizmente, cada vez hay más historiadores que ponen de manifiesto el decisivo papel que tuvo Ejército Soviético en la derrota del EJE.

Tank driver Mikhail Smirnov
El soldado Mikhail Smirnov junto a su T-34/76 en 1944

Las derrotas del Imperio Ruso durante la guerra Ruso-Japonesa (1904-1905), y durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), demostraron que la superioridad numérica ya no era tan determinante en los conflictos bélicos modernos. Lo realmente importante era, y es, tener superioridad en campos como la tecnología militar (tener un armamento, y equipo, más avanzado que los enemigos), la producción industrial (ser capaz de producir armas y municiones a gran ritmo), la logística (ser capaz de abastecer eficazmente a las tropas desplegadas en el campo de batalla) y, sobre todo, en el desarrollo de tácticas, y estrategias, innovadoras. Por tanto, la potencia que alcanza la superioridad en estos campos es la que, habitualmente, termina alzándose con la victoria en una guerra convencional. Y esto fue precisamente lo que consiguió realizar la URSS durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): tener un ejército mejor armado, equipado, y abastecido, que sus enemigos, igualarlos o incluso superarlos en tácticas (sobre todo en el empleo de la artillería), y desarrollar una estrategia, a largo plazo, con la que derrotó contundentemente al poderoso Tercer Reich alemán.

1 – El Ejército Soviético hasta 1941.

El Ejército Soviético surgió tras la Revolución de 1917 como el brazo armado del Partido Bolchevique. En sus primeros años de vida, y hasta las primeras reformas de los años 20, fue un ejército revolucionario, formado principalmente por obreros, y campesinos, que detestaban la disciplina, no acataban órdenes fácilmente y, para colmo, estaban muy mal armados, y organizados. Este ejército político estaba dirigido por miembros del partido comunista, y ex oficiales del ejército imperial de dudosa reputación. Dos décadas después, éste desorganizado ejército se había transformado, mediante ambiciosos programas de modernización (desarrollados, en muchos casos, conjuntamente con Alemania), en un ejército muy poderoso, que disponía de modernos tanques, y aviones, y de oficiales bien formados, y altamente cualificados, entre los que destacaba especialmente Mijaíl Tujachevski (1893-1937), uno de los padres de la moderna «guerra mecanizada».

A finales de los años 30 el Ejército Soviético disponía de seis tipos de carros de combate: BT-2, BT-5, T-26, T-35, T-37 y T-38, a los que se sumarían, en breve tiempo, los magníficos blindados: T-34 y KV-1. En cuanto a la aviación, el esfuerzo modernizador generó la aparición de bombarderos de gran radio de acción como eran el TB-3, y el DB-3, y del excelente caza I-17, que demostraría su superioridad en la Guerra Civil Española. A partir de 1939, la URSS produjo una nueva serie de aviones más modernos, como los cazas Lagg-3, Mig-1, Mig-3 y los bombarderos bimotores Pe-2. Además de tanques y aviones, las investigaciones soviéticas desarrollaron mucho las fuerzas aerotransportadas, y la artillería, destacando, en éste último apartado, el novedoso invento, en 1938, del comandante Iván Fliórov (o Flyorov) : el lanzacohetes múltiple BM-18, al que las tropas apodaron Katyusha (diminutivo de Yekaterina, en español Catalina) en honor a la chica de la canción homónima que se había puesto de moda ese mismo año.

Sin embargo, estos constantes esfuerzos de modernización por parte de los científicos y oficiales soviéticos fueron desbaratados en buena medida por el propio Stalin, que, intoxicado por el servicio de inteligencia de las SS, y temeroso de ser derrocado por el ejército, decidió purgar, a partir del año 1937, a la mayoría de oficiales soviéticos competentes. Un total de 36.671 oficiales fueron ejecutados, encarcelados, o deportados, entre ellos el propio Tukhachevsky, que fue acusado, mediante un falso testimonio, de ser traidor a la Patria, y acabó siendo ejecutado el 11 de junio de 1937. Por otro lado, muchos de los oficiales que se salvaron de las purgas quedaron terriblemente marcados por éstas; el terror a acabar siendo ejecutados, en caso de cometer un error, propició que, habitualmente, decidieran delegar sus responsabilidades en cargos superiores, es decir: no se atrevían a tomar decisiones por iniciativa propia y se limitaban a cumplir las órdenes que llegaban, por escrito, del mando.

Además de eliminar, torpemente, a buena parte de sus mejores comandantes, Stalin ordenó el control político del Partido Bolchevique sobre el ejército, reintroduciendo la figura del “Comisariado Político”, (existente en el Ejército Rojo de 1917 y posteriormente abolida), en todas las unidades desde el nivel de Batallón. Los comisarios no eran elegidos para el cargo por sus cualidades militares sino por su grado de lealtad al Partido Comunista, pese a eso, no solo intervenían en su misión de adoctrinadores políticos encargados de la disciplina y la organización de las tropas, sino que a menudo intervenían en cuestiones militares de las que nada sabían, provocando graves errores tácticos y masacres innecesarias. Los políticos y comisarios comunistas no creían en la teoría de la guerra mecanizada, consideraban al tanque como un mero apoyo de la infantería y por tanto forzaron la disolución de los Cuerpos de Ejército Mecanizados creados por Tukhachevsky. Los comisarios políticos creían que las batallas solo se ganaban con disciplina y fervor comunista y por tanto eran los principales partidarios de los sangrientos asaltos mediante oleadas de infantería que posteriormente han dado mala imagen a todo el Ejército Soviético de la Segunda Guerra Mundial.

Además de reintroducir a los comisarios políticos, Stalin nutrió al ejército con un gran número de jóvenes provenientes del Komsomol, las juventudes comunistas soviéticas, cuyo objetivo era doble: por un lado reforzar el adoctrinamiento político del ejército y, por otro lado, denunciar a aquellos oficiales, y comisarios, que tuviesen comportamientos impropios de su rango. Estos jóvenes, muchos de ellos auténticos fanáticos, acabarían destacando, con el paso del tiempo, por su gran valor en combate, y sus muestras de heroísmo, llegando, en ocasiones, a combatir hasta el último hombre. Por otro lado, también fueron un dolor de cabeza para muchos oficiales al desobedecer sus órdenes, si las consideraban como negligentes, o como muestras de cobardía.

Este penoso ejército, sin cabezas pensantes y politizado por Stalin fue humillado por Finlandia en la Guerra de Invierno (1939-1940). Finlandia, con un ejército diminuto y sin apenas medios tecnológicos, tanques y aviones, fue capaz de resistir e infligir durísimas derrotas al Ejército Soviético hasta que el peso del número la obligó a rendirse. La durísima derrota en la Batalla de Suomussalmi, durante esta Guerra de Invierno, provocó que Stalin reaccionara finalmente, disminuyendo el control político del Partido Bolchevique sobre el Ejército Soviético y colocando nuevos líderes en el Alto Mando. El protegido de Stalin, Kliment Voroshilov, fue reemplazado por Semión Timoshenko como Comisario de la Defensa del Pueblo. Timoshenko trajo consigo una nueva generación de oficiales, entre los que se encontraba el posteriormente famoso Georgi Zhúkov, quien había derrotado a los japoneses en la batalla de Khalkhin Gol en 1939. (Esta batalla seria decisiva, pues desanimó al Imperio Japonés de atacar de nuevo el territorio de la URSS)

Uno de los principales cambios impulsados por el Mariscal Timoshenko fue la reintroducción de los disueltos Cuerpos de Ejércitos Mecanizados, unidades blindadas independientes que contaban con su propio apoyo cercano de infantería, 10 soldados por cada tanque(en Finlandia los tanques avanzaban sin apoyo de infantería y fueron fácilmente destruidos por infantes enemigos armados de cocktail`s Molotov). Las reformas de Timoshenko estaban bien encaminadas, pero no tuvo tiempo de completarlas, ya que el daño al ejército era muy grande y justo al año siguiente se produjo la invasión nazi.

El Ejército Soviético solía tener efectivos de 1.800.000 hombres en tiempo de paz, pero podía alcanzar hasta los 11.000.000 de efectivos en caso de movilización total, siendo por tanto el más numeroso del mundo. En 1941, el Ejército Soviético tenía movilizados 5.300.000 hombres y contaba con 240 divisiones, 170 de ellas ubicadas en la zona “europea”.De estas divisiones un total de 61 eran divisiones de tanques, (58 cuerpos mecanizados y 3 divisiones independientes) que contaban con 22.875 carros de combate, (375 cada una). Además de este gran número de blindados el Ejército Soviético contaba con 48.900 piezas de artillería y con 12.000 aviones: 4.000 estaban en el Extremo Oriente de cara a los japoneses y 8.000 en la zona “europea”: 3.200 cazas, 2.200 bombarderos, 600 aviones de reconocimiento y 2.000 aviones de carga y transporte. La flota rusa disponía de 4 acorazados, 8 cruceros pesados, 3 cruceros ligeros, 28 destructores y 109 submarinos.

Pero estas cifras que parecen tan poderosas no nos deben llevar a engaño, ya que pese a su tamaño éste ejército tenía graves problemas y deficiencias. Del número de 22.000 blindados, solo 1225 de ellos eran tanques medianos T-34, unos 400 eran tanques pesados KV-1 y el resto eran tanques ligeros de caballería BT y obsoletos tanques de infantería T-26. Los tanques soviéticos eran cualitativamente superiores a los alemanes pero su estado era lamentable, el 60% tenía problemas mecánicos o desperfectos, estando en reparación gran parte de ellos. Además, al funcionar con gasolina (los alemanes usaban combustible diesel) y tener los depósitos de combustible poco blindados eran vehículos altamente inflamables. La fuerza aérea tenía también graves problemas de falta de repuestos, aviones desfasados y sobre todo, pilotos desentrenados, que a sus pocas horas de vuelo había que sumar su negligencia táctica.

En definitiva, en vísperas de la invasión alemana el Ejército Soviético estaba en situaciones lamentables. Sus formaciones de combate eran demasiado grandes, lo cual las hacía sumamente lentas y la falta de radios aumentaba la descoordinación provocada por el mando compartido entre oficiales del ejército y comisarios políticos. Las tropas estaban por su parte desentrenadas, ya que apenas realizaban maniobras con todos sus componentes, estaban escasas de oficiales y suboficiales y adolecían de falta de suministros y municiones mínimas para entrar en combate.

El 22 de junio de 1941. se inició la Operación Barbarroja, la invasión alemana de la URSS. El Ejército Soviético fue cercado en grandes bolsas por los rápidos y atrevidos movimientos de las divisiones blindadas alemanas. La falta de oficiales competentes, la mala disposición fronteriza del Ejército Rojo en el frente norte y el frente centro y el valiente pero infructuoso contraataque de la reserva acorazada en el frente sur, permitieron que gran parte del Ejército Soviético fuera cercada en estas bolsas y aniquilada.

El avance alemán era fulgurante y Stalin no tenía con que pararlo, así que se dedicó a usar tropas de nuevos reclutas y milicianos como verdadera carne de cañón con la que atascar la maquinaria nazi. Los milicianos murieron a miles defendiendo las ciudades rusas, pero su sacrificio y la valiente defensa de su patria que ejercieron, retrasaron y endurecieron el avance alemán. Además muchos soldados soviéticos cercados en bolsas no se rendían tan fácilmente como sus homólogos occidentales en la campaña de Francia y luchaban hasta la muerte, retrasando y causando numerosas bajas a la infantería y artillería alemanas, que eran las encargadas de limpiar las bolsas mientras los cuerpos acorazados alemanes avanzaban. A finales de agosto las bajas alemanas ascendían ya a 400.000 hombres.

Muchos historiadores, suelen culpar al propio Hitler del fracaso de la Operación Barbarroja, ya que asignó a sus ejércitos varios objetivos primordiales, como la conquista de Leningrado, o Moscú, sin haberles dado los medios adecuados. Fruto de esto fue que, con la campaña ya muy avanzada, el alto mando alemán tuvo que debilitar al Grupo de Ejércitos Centro, que avanzaba sobre Moscú, para reforzar al Grupo de Ejércitos Norte, que había visto frenado su avance hacia Leningrado, y al Grupo de Ejércitos Sur que tenía la ingente tarea de conquistar Ucrania. Esta dispersión de esfuerzos provocó que el Grupo de Ejércitos Centro careciese de medios suficientes para conquistar Moscú, lo que fue sin duda un hito importante en la guerra. Obviamente, la caída de Moscú hubiera sido un duro golpe para la moral soviética, pero eso no significa que, con su conquista, Alemania pudiera ganar la guerra automáticamente ya que, al igual que no se rindió la Rusia Imperial tras la toma de Moscú por parte de Napoleón, la URSS tampoco se habría rendido. Pensar eso, es subestimar el orgullo nacional ruso, que, por otra parte, se veía inflamado por las atrocidades que cometían los nazis a su paso. Hitler sabía que la contienda sólo se ganaría aniquilando al enemigo, es decir: infringiéndole tal cantidad de bajas que no pudiera continuar la guerra y tuviera que replegarse más allá de los Urales. Un buen ejemplo de esto fue la bolsa de Kiev, probablemente la mayor victoria alemana durante la Operación Barbarroja, ya que los ejércitos alemanes lograron cercar, en el centro de Ucrania, a más de 600.000 soldados enemigos, que, si hubieran escapado, habrían amenazado gravemente el flanco sur alemán.

Finalmente, la suma de varios factores, como la lentitud en los suministros, el barro del otoño, o “Raputitsa”, y, sobre todo, la determinación que demostraron los soldados soviéticos, que no dudaban en sacrificarse para defender cada palmo de terreno, lograron frenar en seco al Ejército Alemán. El régimen de Stalin había sobrevivido a una de las mayores, y más salvajes, ofensivas de la Historia, ya que, pese a su fracaso, la Operación Barbarroja había causado cientos de miles de bajas, y más de un millón de prisioneros, entre las filas del Ejército Soviético. El mero hecho de que la URSS pudiera llegar a recuperarse del número de bajas sufridas en 1941 dice mucho sobre la capacidad de movilización, y organización, que poseía la nación en aquellos años y, también, a la disciplina de hierro que instauró el partido comunista soviético.

2 – Resistir es vencer: los cambios en 1942-43.

Georgi Zhúkov, jefe de Estado Mayor del Ejército Soviético, desde enero hasta agosto de 1941, fue el que primero intentó reorganizar al Ejército Soviético, creando unidades de combate menores, y más móviles. Sin embargo sus discusiones con Stalin lo apartaron del cargo, que pasó a ocupar el mariscal Boris Shaposhnikov, que sería posteriormente reemplazado por el gran general Alexander Vasilevsky en 1942.

Sabiendo, gracias al eficaz espía Richard Sorge, que Japón no le atacaría a corto plazo, el alto mando trasladó desde el este de la URSS las 15 divisiones siberianas allí movilizadas. Estas tropas de refresco fueron magníficamente equipadas con armas y equipo de las zonas industriales de más allá de los Urales. Además, para aumentar sus efectivos, las mujeres soviéticas comenzaron a tener un importante papel, ocupando muchos puestos en la industria, y en el frente: como doctoras y enfermeras, e incluso como combatientes, ya una buena cantidad combatía en primera línea, como francotiradoras, siendo aprte de las dotaciones de la artillería antiaérea, conductoras de vehículos, o tanques, e incluso aviadoras. Gracias a estas medidas, en diciembre de 1941 el Ejército Soviético había logrado reunir una fuerza de 4.190.000 hombres; 265 divisiones de fusileros, 40 divisiones de caballería, y 50 brigadas de carros de combate. Y, para la contraofensiva del invierno de 1941/42, en el sector Norte y Centro, las fuerzas soviéticas alineaban: 718.000 hombres, 7.985 cañones y morteros, 721 carros de combate y 1.170 aviones. Estas fuerzas estaban altamente motivadas y disciplinadas por sus comisarios políticos, los cuales les inculcaron el odio a los invasores que arrasaban la “Madre Patria”.

El nuevo Ejército Soviético fue capaz de acabar con la amenaza alemana contra Moscú, reconquistando además importantes puntos estratégicos como la ciudad de Kharkov. Sin embargo, los contraataques soviéticos de invierno aunque generaron algunos salientes importantes en el frente, fueron detenidos por las defensas alemanas en “erizo”.

En 1942, el Ejército Alemán se mantuvo a la defensiva en el Frente Norte y el Frente Centro para dar todo el impulso posible a la ofensiva en el Frente Sur, con el objetivo de conquistar los importantísimos campos de petróleo de Maikop y Grozni en el Cáucaso, y de Bakú, en Azerbaiyán, los cuales producían el 80% del petróleo de la URSS.

El Ejército Alemán volvió a superar a los soviéticos, conquistando Crimea, Kharkov y llegando a las puertas de la ciudad de Stalingrado. Pero el Ejército Soviético demostrará en esta campaña su mejoría respecto al del año anterior, su tenaz resistencia en Crimea será solo superada por la grandiosa habilidad táctica de Von Manstein y además, los nuevos generales soviéticos aprenderán a replegarse para evitar ser cercados en bolsas.

Pese a los esfuerzos por reorganizar y crear un ejército eficaz, el Ejército Soviético de 1942 seguía siendo tácticamente inferior a la Wehrmacht. Las divisiones de fusileros, pese a ser infantería de “élite” en comparación con las hordas de reclutas conscriptos que lanzó Stalin para detener el avance de los alemanes el verano del 41, seguían teniendo graves carencias, principalmente de potencia de fuego, ya que su armamento estaba compuesto básicamente por fusiles de cerrojo, y adolecían de falta de ametralladoras, subfusiles y morteros. Otra grave carencia era la falta de oficiales competentes, el ejército estaba nutrido principalmente por inexpertos jóvenes oficiales que reemplazaban las terribles bajas sufridas el año anterior. Estos jóvenes tenían que aprender el oficio sobre la marcha, desempeñándose algunos de una forma excelente, pero la mayoría eran superados por los altamente entrenados oficiales alemanes y cometían costosos errores que solo el tiempo y el duro entrenamiento cambiarían.

Por su parte, las nuevas tropas acorazadas habían sido agrupadas en unidades más pequeñas; brigadas acorazadas que gozaban de mucho mayor movimiento que las antiguas formaciones en masa. Estas unidades estaban dotadas con T-34 y KV-1, excelentes tanques que superaban en armamento y blindaje a los alemanes, pero los oficiales que manejaban los tanques eran inexpertos y sufrían graves derrotas frente a los veteranos tanquistas alemanes. Los soviéticos siempre conducían sus tanques por las rutas más fáciles y por tanto más previsibles y además no sabían esconder sus vehículos en el terreno ni aprovechar éste para cubrirse de los disparos enemigos.

El avance alemán hacia el Cáucaso desembocó en la “Batalla de Stalingrado”, la cual significó un antes y un después en el desempeño táctico y estratégico del Ejército Soviético. Mientras el 62º Ejército del general Chuikov defendía la ciudad de Stalingrado, a vida o muerte, de los ataques del 6º Ejército Alemán del general Paulus, el general Zhúkov acumulaba tropas en los flancos para contraatacar. Pese a su exitoso avance inicial y su superioridad numérica en el frente urbano, los alemanes fueron incapaces de derrotar a Chuikov y tomar la ciudad. Los alemanes atacaban al principio con tácticas convencionales, sus formaciones se diluían entre los escombros de la ciudad y perdían coherencia y fuerza de ataque, los soviéticos por el contrario usaban pequeñas unidades para atacar y defender, usando escuadras especiales de francotiradores y cazadores de carros para retrasar y debilitar al enemigo. Además de estas nuevas tácticas, las tropas soviéticas acercaban el frente todo lo posible a las líneas alemanas para evitar los masivos bombardeos aéreos. Hitler intentó cambiar de táctica y mandó a Stalingrado pequeños grupos especiales de asalto, los cuales tuvieron más éxito en la feroz guerra urbana. Pero estos éxitos de nada sirvieron, Zhúkov, después de reunir durante meses a las mejores tropas acorazadas soviéticas, lanzó, el 19 de diciembre de 1942, la Operación Urano, un doble ataque a los flancos del 6º Ejército Alemán, que acabó embolsado y destruido junto a una parte del 4º Ejército Panzer.

Stalingrado fue un enorme éxito estratégico y táctico del Ejército Soviético, Zhukov se arriesgó a perder la ciudad de Stalingrado, acumulando tropas en los flancos para su ofensiva, sabiendo que tener o no la ciudad en el fondo no importaba, lo importante era la destrucción del enemigo. Hitler, en cambio, se dejó deslumbrar por el valor propagandístico de la ciudad, cambiando su objetivo estratégico de tomar los campos petrolíferos del Cáucaso por el objetivo propagandístico de tomar la “ciudad de Stalin”. Entre los que se cubrieron de gloria en Stalingrado estaba el general Alexander Rodimtsev, jefe de la 13º División de la Guardia, quien era uno de los pocos veteranos de la Guerra Civil Española que escapó a las purgas de Stalin.

La batalla de Stalingrado aumentó enormemente la moral del Ejército Soviético, que a finales de 1942 había mejorado mucho su equipamiento, gracias al esfuerzo industrial de las fábricas establecidas en los Urales y a la ayuda británica y norteamericana. Aunque los tanques y aviones aliados recibidos en la ayuda eran inferiores en rendimiento a los soviéticos, los camiones y jeeps eran superiores a los soviéticos y contribuyeron mucho a motorizar las divisiones de infantería soviéticas. La más importante contribución norteamericana fue en radios, municiones y sobre todo en raciones de comida.

Pero no sería en Stalingrado sino en la Batalla de Kursk donde el Ejército Soviético ganaría la iniciativa estratégica, superando finalmente a los alemanes, que a partir de entonces sólo podrían estar a la defensiva. La “Operación Citadel” de la Wehrmacht había tratado de destruir los ejércitos soviéticos que cubrían el saliente de Kursk, pero los soviéticos se anticiparon a la jugada, construyendo grandes defensas en la zona. La batalla de desgaste que significó Kursk agotó al Ejército Alemán que perdió una enorme cantidad de tanques y vehículos mecanizados que su desgastada industria no podría reponer.

El Ejército Soviético de 1943 por fin se había impuesto táctica y estratégicamente a su rival y habían devuelto el orgullo al soldado soviético. La infantería soviética había mejorado su potencia de fuego progresivamente. Cada compañía de fusileros tenía una dotación de tres ametralladoras pesadas Maxim, nueve ametralladoras ligeras DP, 85 fusiles o carabinas, 12 subfusiles automáticos y 8 pistolas.

Por otro lado, las divisiones motorizadas de fusileros soviéticas se habían convertido en “fuerzas de choque”, encargadas de acompañar a los cuerpos acorazados y mecanizados en los asaltos. Un papel similar al que ejercían las divisiones “panzergrenadier” alemanas. Las divisiones motorizadas de fusileros al ser tropas de choque disponían de muchas más armas automáticas, teniendo cada compañía una dotación de 9 ametralladoras ligeras DP, 27 fusiles o carabinas, 57 subfusiles automáticos (la mayoría eran los famosos PPSh) y 5 pistolas. A este incremento de armas automáticas se unió la introducción de una compañía de morteros, compuesta de 4 morteros pesados de 120mm y cuatro morteros medios de 76 mm por cada Regimiento de Fusileros. Estos morteros mejoraron muchísimo el fuego de apoyo cercano.

Pero pese a las mejoras en potencia de fuego y en rapidez gracias a los camiones norteamericanos, las divisiones motorizadas y mecanizadas tenían un grave problema de falta de vehículos acorazados adecuados a su función, lo que ocasionaba que normalmente tuvieran que acudir a la batalla montados en tanques. Éste problema era debido a que la producción industrial rusa generaba básicamente camiones y tanques, pero no así vehículos acorazados que permitieran mecanizar sus divisiones de infantería. Otro problema grave, que abarcaba a todas las tropas de infantería, era la falta de armamento antitanque personal efectivo. Al principio de la contienda los fusiles antitanque eran efectivos, pero posteriormente eran incapaces de traspasar la gruesa coraza de los nuevos tanques alemanes. Así pues, la principal defensa antitanque de los soviéticos en 1943 eran las minas antitanques.

Un polémico método que usaron los soviéticos al principio de la contienda para destruir tanques alemanes era el de los “perros explosivos”. Estos animales eran adiestrados mediante los métodos del científico Pavlov para buscar comida debajo de los blindados. Posteriormente eran soltados al campo de batalla con una mochila de explosivos adosada a su cuerpo y de la que sobresalía una larga antena que ejercía de detonador. Al introducirse el animal debajo de cualquier blindado la antena se doblaba, estallando en consecuencia los explosivos debajo del tanque, justo en la zona menos blindada de éste. El método fue efectivo al principio, pero posteriormente los alemanes disparaban a cualquier perro que veían acercarse y por otro lado, el hambre hacía que la mayoría de los perros acabaran en las ollas de ambos bandos.

Otra parte del ejército que había mejorado mucho en 1943 era la de las divisiones acorazadas. Los reiterados y efusivos entrenamientos mejoraron la coordinación entre los oficiales de tanques, los cuales además contaban ya con mejores equipos de radio que posibilitaban una mejor comunicación entre ellos y las tropas de apoyo. El magnífico T-34 se había convertido en el principal carro de combate soviético, su velocidad, movilidad y maniobrabilidad le permitían avanzar por cualquier terreno, siendo incluso altamente eficaz sobre la nieve. En cambio, el KV-1 era demasiado lento y fue desechado por las divisiones blindadas, pasando a ser usado en batallones independientes encargados de apoyar con su fuego a la infantería. Para reemplazar a los KV como tanques pesados, apareció en 1943 el tanque pesado IS-2, comparable al Panther alemán. Además de eso, apareció una nueva versión del T-34, el T-34/85 que complementaria al anterior T-34/76. Otro complemento que aumentó la potencia de fuego soviética, fue la aparición del cañón de asalto SU-76, usado para apoyo de fuego directo y de los cazacarros ISU-122 e ISU-152.

3 – El camino hacia la victoria: 1944-45.

Si en 1943 la infantería y las tropas acorazadas eran similares en calidad a las alemanas, la artillería soviética continuaba siendo infinitamente superior, siendo el arma que mas bajas enemigas causaba, (mas del 60%). Los soviéticos disponían de los típicos regimientos de artillería que prestaban fuego indirecto de apoyo a las divisiones de fusileros y aparte disponían en la reserva de cuerpos de artillería independientes encargados de tareas especiales, como grandes concentraciones de fuego encaminadas a romper el frente enemigo o barreras de artillería. Los soviéticos usaban principalmente en sus batallones de artillería piezas de 76mm, de 122mm, de 152mm y de Howitzers de 122mm. A estas piezas se sumaban los lanzacohetes Katyusha y los cañones autopropulsados SU-85 y SU-100. La superioridad de la artillería soviética sobre sus enemigos era debida a su doctrina de concentrar rápidamente la mayor potencia de fuego en el menor espacio, llegando a concentrar a veces el fuego de más de 300 piezas de artillería en tan solo un kilómetro de frente (y pobre del que estuviera defendiendo ese kilómetro).

La evolución del ejército fue acompañada de una evolución táctica y estratégica, los soviéticos desarrollaron exitosamente la “maskirovka”, la ocultación estratégica y el engaño del enemigo. Los soviéticos eran capaces de ocultar totalmente el tamaño de sus fuerzas, sus suministros, e incluso las concentraciones de tropas previas a un ataque masivo. El enemigo nunca sabía por donde vendría el ataque ni con que fuerzas le atacarían. En el momento de atacar, la maniobra preferida por los soviéticos era el doble envolvimiento del enemigo. La infantería junto a tanques de apoyo formaba los Grupos de Asalto, los encargados de romper el frente tras el bombardeo masivo de artillería. Los Cuerpos Acorazados y las divisiones mecanizadas formaba los Grupos Móviles, encargados de explotar la ruptura del frente al máximo y cercar al enemigo mediante envolvimientos tácticos.

La disciplina, y motivación, de estas nuevas tropas soviéticas era inmejorable, el trabajo propagandístico de los comisarios políticos había infundido un gran sentimiento nacionalista en los soldados soviéticos y un enorme odio hacia Alemania y el fascismo. Además de su trabajo propagandístico, los comisarios infundían la “disciplina del miedo”. Los soldados que se rendían al enemigo eran tratados por los comisarios como traidores por haberse rendido, siendo por tanto fusilados o mandados a Siberia. Además, para evitar rendiciones, la ley permitía el encarcelamiento de los familiares de los soldados que se rindieran al enemigo. También los comisarios políticos que acompañaban a las tropas tenían la potestad de fusilar en el acto a los “cobardes” o “traidores”. Esta disciplina comunista impuesta mediante la propaganda y el terror, explicaría muchos de los llamativos actos de valor suicida que protagonizaron durante la contienda muchos soldados soviéticos.

En 1944, las divisiones de fusileros soviéticas podían compararse en potencia de fuego a las divisiones norteamericanas, superando ampliamente a las mermadas divisiones alemanas. Todas las mejoras en armamento, equipo, disciplina y organización darían sus frutos ese mismo año.

El 22 de junio de 1944, el Ejército Soviético desencadenó la Operación Bagration; una ofensiva masiva en Bielorrusia que, en tan solo cinco semanas, aniquiló al Grupo de Ejércitos Centro alemán, y dañó gravemente al Grupo de Ejércitos Norte, destruyendo 17 divisiones alemanas por completo, y diezmando otras 50. Esta gran victoria permitió a los soviéticos llegar en poco tiempo hasta las puertas de Varsovia, y puso de de manifiesto la gran superioridad que, en ese momento, tenían sus tropas sobre los alemanes. El 2 de Mayo de 1945, y tras durísimos combates, los soviéticos conquistaron finalmente Berlín. Siete días después, la Alemania nazi se rendía incondicionalmente.

Soldados Soviéticos en Berlín
Soldados Soviéticos en Berlín

Antiguamente, temas como las batallas del frente del Este, o la toma de Berlín, no eran muy destacados por varios de los historiadores anglosajones, quienes defendían que la derrota de Hitler había sido ocasionada por el desembarco de Normandía y el posterior avance aliado. Algo que es una estupidez, solo hay que comparar el número y calidad de divisiones alemanas que combatían en el frente del Este (unas 200 divisiones de un total de 314, más 40 divisiones de sus aliados) y las que combatían en el frente de Normandía (50 divisiones, de las cuales solo 11 eran “Divisiones Panzer”, siendo la mayoría divisiones de infantería estáticas, compuestas por tropas de jóvenes desentrenados procedentes de grupos alemanes de Europa del Este, prisioneros de guerra soviéticos, armenios, georgianos, cosacos, ect, ect…..). La “Operación Bagration” fue el verdadero mazazo que destruyó la Alemania nazi. Si los aliados hubieran tardado más en desembarcar en Normandía se habrían encontrado a los comunistas “liberando” Francia.

Para concluir podemos decir que el Ejército Soviético fue quien derrotó a Hitler, fue quien conquistó Berlín y fue la herramienta que permitió a Stalin quedarse con el Este de Europa en la postguerra. Éste ejército consiguió renacer de sus cenizas, aprendiendo de sus graves errores y convirtiéndose en una fuerza imparable. El costo que pagó por su duro aprendizaje fue enorme, el ejército de la Unión Soviética sufrió 8.860.400 muertos durante la Segunda Guerra Mundial. Estas son, hoy en día, las cifras oficiales, que tras 15 años de rigurosos análisis científicos y estudios multinacionales, han salido por fin a la luz, poniendo fin a los diversos mitos propagados antiguamente por “historiadores” que calculaban las bajas del Ejército Rojo en 15, 20, y hasta 35 millones de soldados muertos. A estos muertos en combate habría que sumar entre 100.000 y 150.000 soldados soviéticos fusilados por desertar o cometer diversos delitos (algunos fueron fusilados por tan solo robar comida). En total, 26.600.000 personas murieron en la URSS durante la contienda, como se puede deducir, en su inmensa mayoría eran civiles, lo cual dice mucho sobre la brutalidad que ejercieron los nazis contra los pueblos eslavos.

Fuentes Consultadas:
Bagration 1944, del autor Steven J Zaloga y publicado por la serie “Campañas” de la editorial Osprey.
The Red Army of the Great Patriotic War, 1941-1945, del autor Steven J Zaloga y publicado en la serie “Hombres en Armas” de Osprey.
Stalingrado, de Antony Beevor
De Barbarroja a Stalingrado, del autor Francisco Javier González Martín y publicado en la revista SABERES.

© 2007 – Autor: Marco Antonio Martín García
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6 comentarios

  1. En principio felicitarles no ya por el Artículo en si, sino además por la forma de su exposición,no solo resulta amena, sino que además desprende criterios serios, coherentes, rigor histórico, en definitiva estudio, y reposo en su exposición. Me ha gustado. Repito mi enhorabuena. Un saludo.

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    • Gracias por su comentario, y en efecto, no he hecho hincapié en el invierno ruso y sus efectos sobre el ejercito alemán. La razón es que quería centrar el articulo sobre el ejercito soviético, aunque obviamente, el invierno también fue duro para ellos, aunque en menor medida. Por otro lado, el ejercito alemán, a diferencia del francés de Napoleón, no se hundió con el invierno ruso, sufrió muchas bajas, pero no perdió su capacidad de lucha. Fueron las batallas de Stalingrado, y la desaparición de todo un grupo de ejércitos, y Kursk, con la sangría de panzer y sobre todo, de tripulaciones veteranas, las que en gran medida sellaron el destino de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

      Ahora mismo, estoy trabajando en un articulo sobre el cerco de Demyansk y analizare todo el tema del invierno ruso y la contraofensiva soviética de 1941, espero que sirva para ahondar un poco en un asunto tan interesante y tan controvertido (durante años, el invierno fue la escusa para todo que usaron algunos generales alemanes para justificar su derrota..). Sin mas, me despido. Cualquier duda, sugerencia o critica siempre será bien recibida y respondida.

      Un cordial saludo, El autor.

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  2. Amigo,solo quiero felicitarte de verdad ,ya que es unas de las pocas veces que leo un articulo sobre el Ejercito Rojo donde lo tratan con la dignidad y el respeto que se merecen.el mundo le debe mucho ,en mi opinion, a esos soldados ,que murieron defendiendo a su patria y al mundo indirectamente,discrepo en algunos puntos, que no valen la pena ni mencionar, por que en lo esencial pongo mi firma,si de algo valiera,en este magnifico articulo.Me gustaria hablaras sobre las perdidas de los alemanes en el frente este,porque aparte de que no mencionan casi nunca a sus satelites,no me creo que fueran tan pocas.un abrazo.

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  3. Si, el ejercito ruso fue el que derrotó a los alemanes gracias a sus masivas ofensivas en las líneas de defensa.
    Y como soldados norteamericanos dicen que no los apoyamos en las misiones y que somos lentos en las operaciones que lean algo de la batalla de krasnibor donde 5900 soldados españoles pararon la ofensiva de 44000 soldados rusos apoyados por aviones, tanques y morteros causándoles casi 10000 bajas.

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