El Batallón Sagrado de Tebas

El Batallón Sagrado (en griego Hieròs Lókhos) fue una de las unidades de combate más prestigiosas de la Antigüedad. Esta tropa de elite, creada por el aristócrata tebano Górgidas;en el 378 a.C., fue decisiva en la guerra contra Esparta y en la ascensión de Tebas como potencia hegemónica en Grecia. Pese a sus indudables logros en el campo de batalla, lo que más llama la atención sobre el Batallón Sagrado es su curiosa composición: 150 parejas de amantes (300 hombres) unidas por votos sagrados y determinadas a luchar por su patria con la motivación extra de defender la vida de su pareja. Considerados “invencibles” por sus enemigos, los hombres del Batallón Sagrado tuvieron un final épico, a la altura de su leyenda. Tras ser derrotados en la Batalla de Queronea por Filipo II de Macedonia, los 300 hombres del Batallón Sagrado, rodeados y sobrepasados ampliamente en número por sus enemigos, rehusaron rendirse y, orgullosos hasta el final, combatieron hasta acabar todos muertos. Unidos en la victoria y en la derrota, en la vida y en la muerte.

Epaminondas defendiendo a Pelópidas, Weston, W H, 1900.

1 – Contexto Histórico.

Tras la Guerra del Peloponeso, 431-404 a.C., Esparta se convirtió en la potencia hegemónica en Grecia. Sin embargo, sus aliados en la lucha contra Atenas no recibieron los beneficios económicos que justamente merecían y que fueron acaparados por Esparta. La rivalidad entre Esparta y sus antiguos aliados, representados principalmente por Tebas, derivó en la denominada Guerra de Corinto, 395-387 a.C., un conflicto que se mantuvo indeciso hasta que la intervención política de Persia obligó a los contendientes a firmar la paz. Esparta reconoció la independencia de todas las ciudades-estado griegas, pero continuó siendo la potencia hegemónica y además obligó a Tebas a disolver la alianza militar que mantenía con otras ciudades de Beocia (Liga de Beocia).

En el año 382 a.C. el general espartano Fébidas, que se dirigía con sus tropas hacía Acanto para mediar en un conflicto local, aprovechó su paso por Tebas para apoyar un golpe de estado, encabezado por el polemarca (comandante militar) tebano Leontíades contra su rival, el polemarca demócrata Ismenias (que posteriormente fue injustamente juzgado y ejecutado por los espartanos). El expansionismo de los espartanos consiguió de esta manera instaurar un gobierno títere, y tiránico, en Tebas. Sin embargo, este gobierno carecía de verdaderos apoyos entre la población tebana y solo la presencia de una guarnición militar espartana en la Cadmea, la acrópolis de la ciudad, permitía su continuidad. Aunque esta situación no duraría mucho.

En el año 379 a.C. un grupo de exiliados tebanos apoyados, en secreto, en el interior de la ciudad por importantes, y ricos, aristócratas como Carón, Górgidas y Epaminondas, decidió poner fin al gobierno oligárquico mediante un arriesgado plan. En diciembre, una docena de jóvenes exiliados, comandados por Melón y Pelópidas, logra infiltrarse en la ciudad con la ayuda de Carón, y 35 de sus partidarios, y asesinar a Leontíades y al resto de oligarcas (Hipates, Arquias y Filipo). Por su parte, Górgidas y Epaminondas reúnen a sus amigos del Gimnasio y asaltan la cárcel del ágora, liberando a 150 presos y apoderándose de numerosas armas. Con estos refuerzos los sublevados contarían en total con una fuerza de unos 200 hombres, con los que ponen asedio a la guarnición espartana de la Cadmea. Los espartanos resisten los primeros asaltos rebeldes, pero finalmente, ante la llegada a la ciudad del grupo principal de exiliados, unos 300 hombres, deciden rendirse. Tebas era libre y la democracia se convertiría en su nueva forma de gobierno.

Al día siguiente, la Asamblea de la ciudad decidió recompensar a los libertadores de la ciudad nombrando como beotarcos (originalmente el título otorgado a los comandantes militares de la Liga Beocia: Tebas y sus aliados, aunque en ese momento la liga no existía oficialmente y los tebanos estaban solos) a sus principales líderes: Melón, Carón y Gorgidas. Dado que el año estaba acabando, el cargo oficial de Górgidas como beotarco entraría en vigor poco después, a comienzos del 378 a.C. Pese a que no contamos con datos detallados de su vida anterior a la rebelión, es de suponer, que Górgidas, que antes del 382 a.C ya había sido elegido como Hiparco (comandante de caballería), contaba con la suficiente experiencia militar como para dirigir competentemente al ejército tebano en la inminente guerra contra una poderosa y orgullosa Esparta, que no estaba dispuesta a tolerar el desafío tebano.

En enero del 378 a.C el rey espartano Cleómbroto dirigió una expedición de castigo contra Tebas, pero al no contar con fuerzas suficientes para tomar la ciudad, hubo de retirarse. Esta expedición, sin pena ni gloria, tendría sin embargo importantes consecuencias. Esfodrías, el comandante de la guarnición espartana en la ciudad de Tespias decidió no dirigir sus tropas contra Tebas sino contra el Pireo ateniense. Este acto ilegal quedó impune y en consecuencia Atenas decidió unirse a Tebas en la guerra contra Esparta.

Cuando en el verano, el otro rey espartano, Agesilao, se encaminó con su ejército hasta Tebas descubrió que sus muros no sólo estaban protegidos por tebanos sino también por una fuerza de hoplitas atenienses, comandados por Cabrias, que habían acudido en su ayuda. Ante esta situación, Agesilao optó por retirarse sin entablar batalla, aunque, lejos de rendirse, encargó a Fébidas (el general espartano que había promovido el golpe de estado en Tebas del 382 a.C), recién nombrado comandante de la guarnición de Tespias, que realizará incursiones militares en territorio tebano con objeto de hacer salir de la ciudad a sus defensores.

La táctica espartana tuvo éxito: Górgidas y sus aliados atenienses decidieron realizar una incursión de represalia contra el territorio de Tespias. Sin embargo los aliados fueron sorprendidos por Fébidas que les salió al paso con sus hombres. Górgidas fingió emprender la retirada, encaminándose al valle de Kanavari. Los espartanos pensaban que sus enemigos huían y sus tropas perdieron cohesión en sus ansias de persecución. Górgidas, que cubría la retaguardia con sus jinetes, aprovechó esta circunstancia para realizar una súbita y arrolladora carga de caballería contra la vanguardia enemiga, derrotando a los sorprendidos espartanos y matando en combate al propio Fébidas.

Esta victoria sirvió para que Górgidas fuera reelegido beotarco para los años 377- 376 a.C. Y, aunque existen dudas de si fue durante estos años o durante su mandato previo del 378 a.C, está bastante claro que Górgidas aprovechó su cargo, y su prestigio, para crear una unidad militar de hoplitas de élite encargada de la defensa de la ciudad y conformada principalmente por el grupo de jóvenes atletas amigos suyos, con los que solía reunirse para entrenar en el Gimnasio, que habían apoyado la rebelión anti-espartana desde el principio.

Se desconoce el destino posterior de Gorgidas, no se sabe si falleció o se retiró por su edad, pero el caso es que será Pelópidas, elegido beotarco para el año 375 a.C, quien se lleve la gloria, comandando al Batallón Sagrado en la guerra contra Esparta.

2 – La creación de la unidad.

El Batallón Sagrado se conformó con 300 hombres escogidos personalmente por Górgidas entre los mejores atletas del gimnasio. Su principal misión era ejercer de guardia de élite de la ciudad y defenderla de cualquier peligro. Por ello fueron acuartelados en la acrópolis de la Cadmea y su mantenimiento pasó a ser costeado por el erario público.

La principal característica de esta nueva unidad era sin duda su composición, basada en parejas de erastés (amantes) y erómenos (amados). Los erastés eran hombres adultos, de 25 a 30 años, usualmente ricos aristócratas, que se encargaban de la formación militar, la educación y la manutención de los jóvenes muchachos, de entre 16 y 20 años, que elegían como pareja sexual: los erómenos. Este tipo de unión era sagrada (de ahí el nombre de la unidad), ya que ambos miembros de la pareja pronunciaban votos sagrados, de amor y unión indisoluble hasta la muerte, frente al Santuario de Iolaus en Tebas (en la mitología griega, Iolaus era el erómeno, o amado, de Heracles).

Erastes y eromenos
Erastés y erómenos, cerámica de pinturas negras.

Cabe destacar que para los tebanos, y muchos otros griegos, como los atenienses o espartanos, la atracción erótica por los jóvenes atletas era tan normal como la sentida por bellas jóvenes. Quizás la principal diferencia de los tebanos respecto a los otros griegos era que estas uniones homosexuales estaban reguladas y las parejas de amantes eran formales. Como he dicho previamente estas uniones no solo eran de carácter sexual sino que principalmente eran afectivas y formativas, y que solían estar asociadas exclusivamente a la aristocracia y la vida militar, no siendo practicadas usualmente por las clases bajas. Ejemplos de la tradición de este tipo de uniones homosexuales pueden ser las mantenidas entre Aquiles y Patroclo, en la Ilíada, o la de Alejandro Magno y su amigo Hefestión. Finalmente cabe destacar que este tipo de uniones perduraron en el tiempo, manteniéndose aún después de la conquista romana, hasta ser prohibidas (y duramente castigadas) por el emperador Justiniano en el 533 d.C. (que pretendía reafirmar el cristianismo entre la población poniendo fin a las costumbres “paganas”.)

Volviendo al tema que nos ocupa, la conformación del Batallón Sagrado, hay que destacar que, frente a las formaciones militares tradicionales, este tipo de uniones contaban con la ventaja de que, durante el combate, cada miembros de la pareja se preocupaba de cuidar de la vida del otro, luchando arduamente para ello. Según Plutarco: “porque en los riesgos, los de la misma curia o tribu no hacen mucha cuenta unos de otros mientras que la unión establecida por las relaciones de amor es indisoluble e indivisible; pues, temiendo la afrenta, los amantes por los amados, y éstos por aquéllos, así perseveran en los peligros los unos por los otros”.

Además de contar con una motivación extra, las parejas de guerreros, asiduos del gimnasio donde practican la lucha y competían en carreras de resistencia, tenían un entrenamiento superior al de un hoplita corriente. En cuanto a equipamiento militar es de suponer que contarán con las mejores armas, no tanto por ser una unidad de élite, sino por estar conformada por ricos aristócratas que podía permitirse adquirir los más costosos equipos y de hecho eran los erastés quienes costeaban el equipamiento militar de sus jóvenes parejas.

Este equipamiento consistía básicamente en el armamento usual de la infantería de la época: lanza y espada corta para el ataque, y casco, grebas, y escudo para la defensa. Los escudos normalmente eran de madera, con sus caras forradas en bronce, en su cara exterior llevaban el emblema de la liga beocia: una serpiente con forma de ocho, o el emblema de Tebas: la maza del patrón de la ciudad: Heracles. En su cara interior llevaban una profusa y variada decoración. Como elemento distintivo, los tebanos, además del escudo redondo tradicional, usaban un modelo de escudo denominado “beocio”, más ovalado y con aperturas semicirculares en los costados para colocar las lanzas, lo que les permitía formar un muro de escudos con las lanzas apuntando al centro y no por encima de los escudos. Otro elemento diferenciador era el uso de botas, en lugar de combatir descalzos como el resto de griegos. En cuanto a los cascos, los modelos más usados en la época eran los cónicos estilos “pilos” para la infantería, mientras que la caballería usaba el peculiar casco modelo “beocio” con forma de sombrero. Algunas fuentes apuntan también a que los oficiales tebanos llevaban también ese mismo modelo “beocio”. Por último cabe destacar que, según las fuentes, los tebanos, que promulgaban al culto al cuerpo masculino y pasaban la mayor parte de su vida en el gimnasio, tenían costumbre, en la época, de combatir completamente desnudos, solo con las botas puestas, el casco, la lanza, la espada y el escudo.

En cuanto a organización del batallón, Plutarco destaca las diferencias entre el punto de vista de Górgidas; basado en el despliegue de sus miembros separados y mezclados entre los hoplitas de la milicia, para galvanizar sus unidades con su presencia, y el modelo de Pelópidas, más exitoso, basado en el despliegue del batallón como una única unidad de choque de élite, destinado a enfrentarse en primera línea contra la infantería enemiga.

Combate entre Hoplitas Griegos, cerámica de figuras negras, siglo V a.C.

3 – La forja de una leyenda: Tegira y Leuctra.

Tras asumir el cargo de beotarco en el 375 a.C., Pelópidas decide lanzar una pequeña ofensiva contra la ciudad de Orcómeno, antigua rival de Tebas por el control de Beocia y aliada de Esparta. Sabiendo que la guarnición espartana de la ciudad había partido para atacar la región de Locrída, Pelópidas decide asaltar Orcómeno usando únicamente el Batallón Sagrado y una fuerza auxiliar de caballería. Sin embargo cuando se aproximan a la ciudad descubren que los espartanos han enviado un gran contingente de refuerzo y los tebanos se ven obligados a retirarse hacia la cercana ciudad aliada de Tegira. Sin embargo, antes de llegar son interceptados por la guarnición original espartana, que retornaba de Lócrida y que estaba compuesta por dos compañías (llamadas moras por los espartanos), cada una de unos 500-700 hombres, sumando un total de unos 1.000-1.400 hombres.

Pese a la sorpresa del ataque y a estar ampliamente sobrepasados en número los tebanos no perdieron los nervios ni se dieron por vencidos. Pelópidas ordenó a la caballería cargar contra el enemigo con objeto de ganar algo de tiempo y poder hacer formar en una falange compacta al Batallón Sagrado. Tras obligar a retroceder a la caballería tebana, los espartanos formando también en una gran falange con sus líderes al frente, cargaron contra el Batallón Sagrado. En el duro combate subsiguiente, los comandantes espartanos, Gorgoleón y Teopompo, cayeron luchando en combate singular contra Pelópidas. Ante la pérdida de sus líderes, la moral espartana se resintió mucho y finalmente, y pese a su inferioridad numérica, los hombres del Batallón Sagrado consiguieron romper el centro de la línea enemiga y atravesarla, pasando después a rodear al enemigo por los flancos. Viéndose en peligro de ser rodeados y aniquilados, los espartanos emprendieron la huida hacía Orcómeno. Pelópidas conseguía así una importante victoria frente a los espartanos, que, aunque no afectaba al transcurrir de la guerra, llenaba de moral y confianza a los tebanos. Los temibles hoplitas espartanos habían sido derrotados por una fuerza inferior, numéricamente hablando, pero con una gran capacidad combativa: los 300 del Batallón Sagrado. Ese mismo año, y ante la insistencia de Atenas y sus aliados Tebas firmó un tratado de paz con Esparta que dejaba a ambos contendientes insatisfechos.

Cuatro años después, el 6 de julio del 371 a.C., ambas potencias rivales se enfrentarían por la hegemonía en Grecia, en la decisiva Batalla de Leuctra, en la que de nuevo, el Batallón Sagrado fue determinante. Hasta ese año, la democracia tebana había respetado la paz con Esparta, sin embargo, el rey espartano Cleómbroto aprovechó un error técnico: en el anterior tratado de paz no aparecía el nombre de Tebas, sino el de Liga de Beocia, para reanudar las hostilidades. Con un ejército de 10.000 hoplitas, 1.000 infantes ligeros y 1.000 jinetes invadió Beocia tomando por sorpresa a los tebanos. En esta ocasión el beotarco al mando del ejército tebano era Epaminondas, un veterano guerrero, y maestro táctico, que decidió no amedrentarse y presentar batalla a los espartanos en campo abierto, a las afueras de la ciudad de Leuctra. Los tebanos contaban tan solo con 6.000 hoplitas, incluyendo al Batallón Sagrado que seguía estando comandado por Pelópidas (aunque ya no era beotarco), 1.500 infantes ligeros y 1.000 jinetes.

Confiado en su superioridad numérica, Cleómbroto se situó junto a sus mejores hombres, la élite de Esparta, en el ala derecha de su ejército, con objeto de romper con ellos las líneas enemigas y envolver a los tebanos. Sin embargo, el rey espartano no contaba con el genio táctico de Epaminondas, que distribuyó sus fuerzas de una manera totalmente nueva e innovadora. Las falanges hoplitas, formaciones de forma rectangular con el lado ancho al frente, formando un muro de escudos, típicamente se desplegaban formando con 12 filas de profundidad. Sin embargo, Epaminondas organizó su ala izquierda, opuesta a la derecha tebana, con una falange que tenía una profundidad de 50 filas y que concentraba a sus mejores hombres: el Batallón Sagrado. El resto de falanges tebanas, más débiles, se dispusieron sobre el campo de batalla de forma escalonada, con espacio para poder retroceder ante la presión enemiga sin romper el frente.

Tras estas disposiciones de combate, la batalla se inició con el choque de ambas caballería, imponiéndose la tebana, que era la mejor caballería de la época. Tras esto, las falanges de infantería se trabaron en combate. Mientras las falanges tebanas, del centro y la derecha, retrocedían escalonadamente, el ala izquierda, encabezada por el Batallón Sagrado, irrumpió contra la derecha espartana, donde estaba el propio rey Cleómbroto, sin que los espartanos pudieran detener la potente columna de 50 hombres de profundidad. Esta maniobra que pasará a la posteridad como “Falange Oblicua de Epaminondas”, dio la victoria a los tebanos. El ala derecha espartana se desmoronó y sus integrantes, entre ellos el propio rey Cleómbroto y la élite ciudadana de Esparta, fueron masacrados, dejando más de 1.000 muertos en el campo de batalla. Tras este duro golpe, y ante la amenaza de ser envueltos por el flanco, el resto de espartanos emprendieron la huida.

Esta victoria puso fin a la hegemonía espartana en Grecia y el papel del Batallón Sagrado fue fundamental en ella, ya que fue la tropa de choque que se impuso en el combate cuerpo a cuerpo a los mejores guerreros de Esparta. Comenzaba la época de la Hegemonía de Tebas.

4 – Queronea: debacle y muerte de la unidad.

Con la muerte de Epaminondas en la Segunda Batalla de Mantinea (362 a.C.), tras la que los tebanos se impusieron definitivamente a Esparta, Tebas perdió a su mejor general y al principal impulsor de su hegemonía. Curiosamente será uno de sus discípulos: Filipo II de Macedonia quien, junto a su hijo Alejandro Magno, logre finalmente unificar a toda Grecia bajo su control.

La alianza de ciudades griegas que intentó detener a los macedonios fue encabezada por Atenas y Tebas, las principales potencias militares entre las ciudades griegas de la época (Esparta no participó). Sin embargo el ejército aliado fue derrotado por Filipo II en la sangrienta Batalla de Queronea, en el 338 a.C. La batalla, protagonizada por el sangriento enfrentamiento de las falanges aliadas contra las macedónicas, estuvo indecisa hasta que los atenienses, pensando que habían derrotado al enemigo se lanzaron a la persecución del enemigo. Sin embargo todo había sido un ardid de Filipo, que fingió una retirada para después revolverse contra los desordenados atenienses y aplastarlos. Mientras realizaba esta maniobra, su hijo Alejandro consiguió romper la línea tebana, atravesando la falange del Batallón Sagrado y sellando así la victoria macedónica. En esta ocasión, las falanges de picas largas de Macedonia, demostraron su superioridad frente a las antiguas falanges griegas de lanzas y escudos.

El Batallón Sagrado, rodeado por sus enemigos, rehusó rendirse. Sus hombres no estaban dispuestos a aceptar la deshonra de la derrota y eligieron morir combatiendo valientemente. Amantes y amados cayeron en el campo de batalla y con ellos murió la leyenda de una unidad de combate única.

Tras la batalla, en el campo de batalla se levantó un monumento en honor a los caídos de ambos bandos: el León de Queronea, bajo el cual, y entre otros, yacen los restos de los hombres del Batallón Sagrado. Según Plutarco, Filipo II, admirador del valor de los guerreros del Batallón Sagrado exclamó ante la visión de sus cadáveres, caídos unos sobre otros, en el campo de batalla: “vayan noramala los que hayan podido pensar que entre semejantes hombres haya podido haber nada reprensible.” Aunque particularmente prefiero la versión de Wikipedia en inglés: “perezca cualquier hombre que sospeche que estos hombres hicieron o sufrieron algo indecoroso.”

Ignorados durante siglos por los historiadores militares, y sometidos a prejuicios absurdos por su condición sexual, es hora, hoy en día, en sociedades abiertas y libres de condicionamientos, de que el Batallón Sagrado recupere su lugar de honor en la Historia como lo que fueron: Guerreros Indomables.

El León de Queronea

Fuentes y Bibliografía:

  • González, José Pascual.: Górgidas: realidad e ideal de la aristocracia tebana. Historia Antigua tomo 9, 1996.
  • González, José Pascual.: Las facciones políticas tebanas en el periodo de la formación de la Hegemonía (379-371 a.C.).1991.
  • Plutarco: Vidas Paralelas, tomo II, Pelópidas.
  • Sekunda, Nicholas V.: The Spartan Army. Editorial Osprey. Oxford 1998
  • Sekunda, Nicholas V.: The Ancient Greeks. Editorial Osprey. Oxford 1986.

© 2016 – Autor: Marco Antonio Martín García
Todos los derechos reservados. Prohibido su uso comercial y
la reproducción parcial o total de este texto sin consentimiento
previo del autor.
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7 comentarios

  1. Hola Marco Antonio;

    Muy buen artículo me ha gustado mucho. Me parece perfecto como lo has orientado, poniendo los antecedentes de como surgio la unidad, ¿se puede decir que la supremacia de Tebas en esa epoca se debia a esta unidad?. Habia leido algo sobre el Batallon Sagrado de Tebas en la novela histórica «Alexandros-EL HIJO DEL SUEÑO» de Valerio Massimo Manfredi.

    Muchas gracias.

    Un saludo.

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    • Me alegro de que te guste el artículo. Sobre tu consulta, pues en mi opinión el Batallón Sagrado si fue fundamental para la hegemonía de Tebas. Fue la herramienta fundamental que permitió al gran general tebano, Epaminondas, ejecutar sus brillantes planes en el campo de batalla. Sin el Batallón Sagrado los tebanos no habrían podido romper la linea espartana en la decisiva batalla de Leuctra. Por otro lado, el Batallón Sagrado era una tropa de élite cuya mera presencia en el campo de batalla levantaba la moral de todo el ejercito tebano. Todos sabían que combatían al lado de los mejores.

      Fueron precisamente Filipo II de Macedonia, discípulo de Epaminondas en la época en que Filipo vivió como rehén en Tebas, y su hijo Alejandro Magno los que acabaron con el Batallón Sagrado y con Tebas. No porque fueran mejores guerreros, sino porque usaban tácticas de combate mas avanzadas y un armamento, la pica macedonica, que las falanges griegas no sabían contrarrestar. Comenzaba un tiempo nuevo en el que la cultura griega se lanzaría a la conquista del Imperio Persa.

      Gracias por tu aporte y un cordial saludo.

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      • Hola Marco;

        Efectivamente la pica macedonica (sarisa) y las tacticas que introdujo Filipo II y de las que tambien se aprovecho su hijo Alejandro Magno eran muy superiores a las falanges griegas. Fue un poco dificil para los hoplitas e incluso posteriormente para los persas luchar contra formaciones compactas de picas de 6 metros de media.

        Gracias.

        Un saludo.

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  2. Gracias de nuevo por tu comentario.

    Si, la falange era muy superior a las formaciones de infantería tradicionales, y podía hacer frente a cualquier ataque, incluso de elefantes. No me hubiera gustado estar frente a ese muro de lanzas imparable. Sin embargo, no debemos olvidarnos del papel fundamental que tuvo la caballería en las victorias de Alejandro. La falange era el yunque y la caballería pesada el martillo. Las principales vulnerabilidades de la falange, no aprovechadas por los mediocres soldados persas, eran su limitada (casi nula) capacidad de maniobrar en terreno abrupto y bosques, su escasa protección frente a ataques de proyectiles (jabalinas, flechas, ect..) y, lo mas importante, su incapacidad para cambiar de frente rápidamente, lo que permitía que fuera muy vulnerable a ataques por el flanco y la retaguardia.
    La legión romana, mucho mas flexible, protegida con grandes escudos y armada con armas cuerpo a cuerpo y de proyectiles (pilum) acabó sucediendo a la falange como mejor unidad de infantería. Por lo menos hasta los comienzos de la Edad Moderna en que la pica volvió a ponerse de moda y perduró en el tiempo hasta la llegada de la bayoneta.

    Si tienes cualquier otra consulta sobre este tema u otros te recuerdo que tienes a tu disposición el correo del blog: senderosdelahistoria@gmail.com

    No dudéis en utilizarlo. Todo el mundo es bien recibido.

    Un cordial saludo.

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  3. Es un buen artículo, la mayoría de las cosas aquí mencionadas me parecen bastante correctas. Pero no me agrada el hecho de que menciones que eran homosexuales, porque este tipo de unión no era sexual.
    Para empezar, el término «amantes» y «amados» ha sido muy malinterpretado alrededor de la historia, se sabe que los griegos daban una especial atención en la relación maestro-alumno y estos términos significan eso en el contexto griego. Pues el alumno respetaba y amaba a su maestro, pero no en el sentido hollywoodense sexual, sino un amor psicológico; un amor platónico. Y en el caso de los tebanos, la superstición de que eran homosexuales se hace más grande porque los amantes y amados combatían en una misma fila, mientras que por ejemplo en el ejército espartano, los maestros iban detrás y los alumnos en frente, por lo que es más propicio a mencionar que los tebanos eran pareja, cuando estp es falso.
    UN saludo

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    • No se puede negar la homosexualidad practicada en la Antigua Grecia, ni la pederastia institucionalizada en Tebas como modelo formativo (un modelo que se refleja en el culto que se rendía, en la ciudad, a Yolao, el joven compañero de Heracles). Y, no es un invento de Hollywood (ni tiene nada que ver con la homosexualidad actual), ya que, por ejemplo, es un asunto mencionado ya en la época por Plutarco: «un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros». Que viene a decir lo mismo que Platón, en su Dialogo el banquete o, del amor. Y otro buen ejemplo sería Jenofonte: «los adultos griegos se pasaban por el gimnasio para escoger al chico que más les complaciera bajo su protección.» Por último, si hubiera sido un amor platónico, o una simple relación de amistad surgida de una formación compartida, el tema no causaría tanta controversia ni habría tanta gente interesada en desmentirlo, o en juzgarlo negativamente en base a su propia moralidad o principios religiosos. Un cordial saludo.

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