El “capitán” Willi Herold (1925-1946)

En las últimas semanas de la Segunda Guerra Mundial en Europa, con la Alemania nazi en plena descomposición, el joven soldado paracaidista Willi Herold aprovechó la caótica coyuntura para hacerse pasar por capitán de la Luftwaffe (Fuerza Aérea), este hecho, anecdótico y cuasi cómico, se convirtió en una verdadera tragedia cuando el capitán Herold tomó el control del campo de prisioneros de Emsland y ordenó la ejecución masiva de presos, convirtiéndose en un salvaje criminal de guerra. Gracias a la película Der Hauptmann (2018), sus crímenes, desconocidos para la mayoría, salen de nuevo a la luz pública. Debemos siempre recordar las tragedias del pasado para evitar que se repitan.

Willi Herold (1925-1946)
Willi Herold (1925-1946)

Willi Paul Herold nació, el 11 de septiembre de 1925, en Lunzenau, en el estado de Sajonia, Alemania. De origen humilde, de niño acudió a la escuela primaria en la cercana localidad de Chemnitz, y ya en la adolescencia entró en la escuela, para varones, de las Juventudes Hitlerianas, la Deutsches Jungvolk. Sin embargo, su constante indisciplina provocó su expulsión en 1936. Tras esto, encontró trabajo como aprendiz de deshollinador de chimeneas, hasta que el 9 de septiembre de 1943 es llamado a filas, tocándole servir en los fallschirmjäger, los cazadores paracaidistas.Tras recibir el adiestramiento básico de paracaidista en la escuela militar de Tangermünde, en el distrito de Stendal, estado de Sajonia-Anhalt, fue destinado al Frente de Italia, en donde combatió valientemente, participando en las feroces batallas de Salerno, Nettuno y Monte Cassino. Por sus méritos en combate, que incluyen la destrucción de dos tanques británicos en la playa de Salerno, Herold es ascendido a cabo y condecorado con la Cruz de Hierro de Primera Clase.

Tras combatir en Italia, el regimiento paracaidista de Herold es trasladado al Frente Occidental, para ayudar detener el imparable avance aliado hacia Alemania. Finalmente, en marzo de 1945, durante una retirada, Herold acaba separado de su unidad cerca de Gronau, cerca de la frontera con los Países Bajos. Aislado, decide dirigirse, hasta Bad Bentheim, encontrándose por el camino con un automóvil abandonado que contenía el equipaje de un capitán de la Luftwaffe. Fascinado por el uniforme, Herold decide ponérselo y, a partir de entonces, comienza a fingir que es un oficial. Probablemente tomó esa decisión para evitar que la policía militar le pidiera los papeles y le tomara por un desertor (un delito que en esos días solía castigarse en el acto, con su ejecución sumarísima). Herold aprovechó su uniforme, y su rango falso, para aglutinar en su entorno a varios soldados perdidos, desertores o separados de sus unidades, que encontró por el camino, formando en poco tiempo una unidad ad hoc de unos 30 hombres, que contaba incluso con un cañón antiaéreo y su dotación.

El 11 de abril de 1945, el extraño grupo de soldados comandado por Herold llegó al campo de prisioneros de Aschendorfermoor, en Emsland, al noroeste de Alemania. Este campo fue abierto en 1935 para el internamiento de disidentes políticos, y estaba administrado por funcionarios del Ministerio de Justicia y de las S.A. (sturm-abteilung, o sección de asalto, los infames camisas pardas). Sin embargo, en abril de 1945, la mayor parte de sus internos, entre 2.500 y 3.000, eran soldados alemanes, la mayoría de ellos acusados del delito de deserción, aunque también había saqueadores y violadores.

Un hecho que me parece particularmente sorprendente, ya que, para Herold y su grupo, era como meterse en la boca del lobo, todos ellos estaban separados de sus unidades y podían ser acusados de deserción. Probablemente pensaron que, dirigiéndose al campo y uniéndose a su personal, evitarían ser detenidos por la policía militar.

Los campos de Emsland. Fuente Gedenkstaette-Esterwegen
Los campos de Emsland. Fuente Gedenkstaette-Esterwegen

Herold se presentó ante las autoridades alemanas del campamento de prisioneros inventándose una historia falsa, según la cual estaba realizando un informe sobre la situación en la retaguardia por órdenes directas del Führer; Adolf Hitler. En ese momento, existía una fuerte disensión entre Friedrich Hansen, el jefe administrativo del campamento, y Karl Schütte, el oficial jefe de los guardias de seguridad de las S.A, ya que, días atrás, unos 150 reclusos habían logrado fugarse, aprovechando un traslado, y vagaban por los campos, saqueando las granjas en busca de alimento, lo que causó un fuerte malestar entre la población civil de la zona, que, al sentirse desprotegida, recurrió a los miembros locales del Partido Nazi para presionar a la administración del campo en busca de una solución. Willi Herold, contando con el apoyo de Karl Schütte, aprovechó esta situación para hacerse cargo de las operaciones de seguridad en el campo, usando la autoridad que le había concedido el Führer (aparentemente nadie cuestionó su veracidad), para auto investirse con las funciones de un tribunal militar con potestad para realizar consejos de guerra (standgericht). De esta peculiar forma, el grupo de soldados perdidos se convirtió oficialmente en el ”Sonderkommando Herold” una unidad especial dedicada a la sangrienta tarea de perseguir y castigar a los desertores.

Al día siguiente, 12 de abril, los hombres de Herold comenzaron a asesinar reclusos bajo el pretexto de estar preparando una fuga. Tras ordenar excavar una fosa, de siete metros de larga, dos metros de ancha y un metro ochenta de profundidad, en las cercanías del campo, los hombres de Herold llevaron allí a 30 internos y los asesinaron brutalmente con el cañón antiaéreo que poseían (un Flak 30, con cañón de 20 mm y una velocidad de disparo de 120 proyectiles por minuto). Tras echar algo de tierra sobre la fosa, los hombres de Herold volvieron a sacar a 38 presos y les dieron muerte, aunque, en esta ocasión, el antiaéreo se encasquilló y debieron usar sus subfusiles MP-40 y sus armas de mano para finalizar la sangrienta tarea. La operación se repitió otras dos veces, hasta acabar con un total de 98 presos ejecutados ese día.

En los siguientes días, Herold ordenó la formación de un grupo de milicianos voluntarios (volkssturm), para dar batidas por la zona en busca de desertores. Mientras estos voluntarios recorrían los campos infructuosamente, los hombres de Herold continuaron por su parte con los asesinatos indiscriminados, acabando con la vida de otros 74 internos. La matanza habría continuado de no ser porque, el 19 de abril, un ataque aéreo británico destruyó el campamento, causando grandes bajas entre presos y carceleros. La mayoría de los presos supervivientes lograron escapar, evitando así su ejecución.

Sin mucho más que hacer, el grupo de Herold abandonó el campamento y se dedicó a cometer todo tipo de tropelías por la zona, emborrachándose y saqueando a placer. Además, asesinaron a un granjero en Westerhammrich, al que acusaron de traición por haber izado una bandera blanca en su propiedad para recibir a las tropas aliadas, y a cinco civiles holandeses, acusados de espionaje, que hallaron encarcelados en la cercana ciudad de Leer, Frisia Oriental (Baja Sajonia) y que procedieron a fusilar en las afueras, tras hacerles cavar su propia fosa común.

Finalmente, el 28 de abril, tras alcanzar la localidad de Aurich, Baja Sajonia, Herold y sus hombres fueron arrestados por la policía militar y encarcelados. Para juzgar a Herold se formó tribunal militar presidido por Otto Hübner, el comandante local. En el juicio, Willi Herold confesó abiertamente que había suplantado la identidad del capitán y los asesinatos cometidos en el campo de Aschendorfermoor. Su audacia, y sinceridad, le granjearon la simpatía del tribunal, que decidió dejarlo en libertad a cambio de que volviera al frente a combatir al invasor. Sin embargo, la guerra acababa y en el caos reinante Herold se pudo escapar tranquilamente, encaminándose a Wilhelmshaven en donde se buscó la vida trabajando como deshollinador. Sin embargo, su suerte se acabó el 23 de mayo de 1945 cuando, tras robar una barra de pan fue reconocido y arrestado por las fuerzas de ocupación británicas. Tras investigar el caso, y recabar los testimonios de varios presos supervivientes, Herold, y otros 11 miembros de su unidad posteriormente capturados, fueron formalmente acusados de crímenes de guerra, iniciándose inmediatamente su procesamiento judicial. El 1 de febrero de 1946, Herold y sus hombres fueron obligados por las fuerzas de ocupación británicas a desenterrar los restos de los presos asesinados en el campamento de Aschendorfermoor. En las fosas comunes se hallaron 172 cuerpos.

Exhumación de cadáveres en 1946. Asociación de Historia de Osnabrück.
Exhumación de cadáveres en 1946. Asociación de Historia de Osnabrück.

El 29 de agosto de 1946, Willi Paul Herold y otros seis de sus hombres: Karl Hagewald, Karl Schütte, Joseph Euler, Otto Paeller, Hermann Brandt, y Bernhard Meyer fueron considerados culpables de asesinato y condenados a muerte. Los otros cinco procesados: Friedrich Hermann, Alfred Kobrogk, Paul Melzer, Gerhard Setzer y Fritz Holland, fueron absueltos. Otros de los responsables no pudieron ser juzgados: el sargento mayor de los guardias del campo Eberhard Hartmann por haber fallecido, el sargento paracaidista Heinz Hoffmeister, por estar en paradero desconocido y, en el caso de: Wilhelm Sperling, Wolbert Sonntag y Friedrich Hansen (recordemos que este último era el administrador del campo) por falta de pruebas. Meses más tarde, el 14 de noviembre de 1946, Herold y los otros cinco condenados fueron ejecutados, usando una guillotina, en la prisión de Wolfenbüttel, en la Baja Sajonia.

Willi Herold durante su juicio.
Willi Herold durante su juicio.

Con su muerte, Willi Herold pagó por sus crímenes, pero la cuestión es: ¿cómo un joven de 19 años fue capaz de cometer tales atrocidades sin un ápice de remordimiento? ¿Pudo ser que el personaje que fingía ser al final acabará imponiéndose a su verdadero yo? El caso es que Herold se aprovechó del poder obtenido, mediante sus engaños, para dar rienda a sus bajos instintos y actuar como un ejecutor despiadado. En su propia declaración, durante el juicio, no supo dar ninguna explicación de por qué ordenó ejecutar a los desertores presos. Sin duda Herold, «el verdugo de Emsland«, fue un producto del régimen nazi y de la guerra. Esperemos que las nuevas generaciones no cometan los mismos errores y dediquen sus mayores esfuerzos a formar adecuadamente a los jóvenes.

Para terminar me gustaría recomendar las dos películas que existen sobre el tema:

Der Hauptmann von Muffrika (1997), un documental de Rudolf Kersting y Paul Meyer.

Der Hauptmann (El Capitán) (2017-2018), una película de Robert Schwentke.

El Capitán, 2017
El Capitán, 2017

Fuentes:

En esta ocasión, y al no tener fuentes de primera mano, como libros especializados, he tenido que recurrir a páginas alemanas dedicadas al tema:

http://www.spiegel.de/einestages/massenmoerder-willi-herold-der-henker-vom-emsland-a-1159937.html

https://www.gedenkstaette-esterwegen.de

https://www.nwzonline.de/region/der-moerder-mit-der-ordensbrust-der-moerder-mit-der-ordensbrust_a_15,0,1418329946.html

https://hvos.hypotheses.org/723

© 2018 – Autor: Marco Antonio Martín García
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la reproducción parcial o total de este texto sin consentimiento
previo del autor.
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