Huelga sangrienta en Reinosa, 1987

En la primavera de 1987, las calles de la localidad cántabra de Reinosa estallaron de indignación y protesta ante una feroz reconversión industrial que amenazaba con el despido de casi 500 trabajadores de la empresa “Forjas y Aceros de Reinosa”. La población reinosana se unió ante una medida que amenazaba la propia supervivencia de una ciudad que dependía por completo de esa factoría. Los violentos incidentes, ocasionados por la dura represión que llevó a cabo la Guardia Civil sobre los huelguistas que defendían sus empleos, generaron un muerto, decenas de heridos y el principio del progresivo declive de la ciudad de Reinosa.

Reinosa en Lucha, 1987
Reinosa en lucha, 1987

En el año 1916 la “Sociedad Española de Construcción Naval” empezó a planificar la construcción de una factoría industrial en la Villa de Reinosa, Cantabria, debido a las buenas condiciones de la localidad. En 1920, y tras cuatro años de construcción de las instalaciones necesarias, comenzó la producción de la nueva factoría. Esta fábrica de cañones navales y piezas de barcos incrementó la población y el desarrollo de la villa ganadera de Reinosa hasta convertirla en una próspera pequeña ciudad. La importancia de Reinosa se vio acrecentada en 1930, con la instalación de una factoría de construcción de maquinaria eléctrica de la CENEMESA (constructora nacional de maquinaria eléctrica).

A la construcción de cañones para la marina en la “Naval” se unió, en los años 30, la construcción de obuses de artillería para el ejército de tierra, lo cual incrementó la importancia de la factoría y convirtió a Reinosa en uno de los más prósperos centros industriales del norte de España. Pero, a partir de la llegada de armamento norteamericano en la década de los años 60, la demanda de armamento de la factoría Naval, que daba empleo a 2000 trabajadores, decreció. En 1968 se instaló una nueva factoría, de la empresa Farga Casanova, en los terrenos de la factoría Naval, dando empleo a nuevos trabajadores de la zona.

En 1970 la Naval se integró en la sociedad estatal “Astilleros Españoles” y, en 1975, empezó a fabricar cañones de carros de combate. En 1981 la factoría se convirtió en “Forjas y Aceros de Reinosa”, separándose de Astilleros Españoles, en un intento de prevenir la crisis que se avecinaba por la falta de pedidos de armamento. En 1986, esta falta de pedidos, y la crisis económica internacional, generó que la fábrica comenzase una reconversión industrial, buscando modernizarse tecnológicamente para dedicarse a la producción de cigüeñales. Una reconversión que implicaba también una drástica reducción de la plantilla.

El 4 de marzo de 1987, la empresa presentó un expediente de desempleo que recogía 463 bajas, 59 trabajadores obtendrían la prejubilación y 404 irían directamente al paro. Este anuncio indignó a la ciudad por completo. Familias enteras habían trabajado en la factoría Naval, desde el abuelo hasta el nieto, y de repente, por causa de “la situación internacional”, se les mandaba al paro. La medida no solo afectaba a los trabajadores y sus familias, sino a los comercios locales y, en definitiva, a toda la ciudad. La empresa Naval era el corazón de Reinosa y en aquellos momentos sufría un infarto que amenazaba con destruir el porvenir de la localidad.

El gobierno de la época estaba a cargo del PSOE (Partido Socialista Obrero Español), al cual bastantes trabajadores han hecho posteriormente responsable de la crisis de la Naval. Según la opinión de estos trabajadores, cuando la Naval formaba parte de la empresa pública “Astilleros Españoles” no recibía contratos, pues el gobierno los dirigía a otras factorías del Estado donde tenía mayores intereses políticos y sindicales. Esta falta de contratos inició los problemas que generarían la crisis de 1987. En mi opinión, la crisis de la factoría Naval fue debida a causas internas (favoritismo del gobierno e intereses de privatización) y externas (crisis del petróleo de 1981 y reconversión industrial mundial). En definitiva, todo se aunó en contra de la población de Reinosa.

El día 8 de marzo, el periódico cántabro Alerta dió a conocer el abandono de Enrique Antolín de la presidencia de Forjas y Aceros para ocupar la “Consejería de Obras Públicas” del Gobierno del País Vasco. Esa noticia provocó la ira de la población Reinosa, la cual pensó que el gobierno había sacrificado la factoría de Reinosa para evitar tocar las del País Vasco, dando a su presidente un cargo político como premio a su colaboración en el sacrificio de tantos puestos de trabajo. El día 11 de marzo, el presidente Enrique Antolín acudió a la factoría Naval-Forjas y Aceros de Reinosa para recoger sus cosas y despedirse de sus amigos de la dirección y el comité de empresa. Los trabajadores, enterados de la presencia de Antolín en la fábrica, se reunieron en asamblea urgente y deciden retener contra su voluntad al presidente.

Los trabajadores pretenden retrasar la jura de su cargo ante el Parlamento Vasco para llamar la atención sobre su grave situación y forzar una negociación que reduzca los despidos. Los trabajadores de la Farga y de la Cenemesa, tras enterarse de lo sucedido, decidieron solidariamente apoyar totalmente la medida de sus compañeros, uniéndose a ellos en la retención de Antolín. Tras enterarse de la noticia, la guardia civil acudió a la zona, pero se mantuvo al margen mientras los trabajadores conversaban con el Delegado del Gobierno. Las conversaciones no fructificaron debido a que el gobierno no estaba dispuesto a alcanzar un compromiso con los trabajadores y, finalmente, la mañana del 12 de marzo, el Delegado del Gobierno dio instrucciones a la Guardia Civil para que procediera a la liberación de Antolín. Trescientos antidisturbios de la Guardia Civil entraron a la fuerza en la factoría, dando palos a diestro y siniestro y lanzando botes de humo, dispuestos a rescatar a Enrique Antolín a cualquier precio.

La violenta actuación de la Guardia Civil indignó sobremanera a los trabajadores, los cuales se atrincheraron en los talleres dispuestos a no ceder, defendiéndose con lo que tenían a la mano. Los trabajadores hicieron sonar la estruendosa sirena de la factoría para avisar a la población de Reinosa de lo que estaba sucediendo dentro de la fabrica. Inmediatamente numerosos ciudadanos de la ciudad dejaron sus quehaceres diarios y se dirigieron hacia la zona, a su vez los hijos de los trabajadores abandonaron los colegios y el instituto de Educación Secundaria de Reinosa y se dirigieron a la zona. Esta ardiente masa humana se encontró con la Guardia Civil custodiando los accesos a la zona, inmediatamente ambos bandos se enzarzaron en una dura batalla campal en las inmediaciones del “Parque de Cupido”, cercano a los accesos a la zona industrial.

Guardia Civil en Reinosa, 1987
Guardia Civil en Reinosa, 1987

El pueblo reinosano se sentía casi en estado de guerra, emulando la valiente resistencia de sus antepasados cántabros contra el invasor romano. Los miles de ciudadanos de la ciudad aplastaron ferozmente a los guardias civiles (alguno de los cuales, viéndose superado, hizo fuego real, afortunadamente sin matar a nadie). Finalmente los guardias civiles, pañuelo blanco en mano, tuvieron que rendirse ante la indignada población. Tras ser desarmados, los guardias civiles fueron expulsados de la ciudad. La batalla dejó un saldo de más de cien heridos graves entre trabajadores y guardias civiles, y un número ingente de contusionados por piedras o pelotas de goma. Pero Enrique Antolín pudo jurar el 13 de marzo su cargo en Vitoria.

En aquellos tiempos la prensa nacional se cebó criticando a la población y los trabajadores. Por una vez la prensa descendiente del franquismo y la prensa afín al PSOE se pusieron de acuerdo en defender la actuación del gobierno y ningún medio nacional habló tan siquiera de que la violencia había sido una respuesta natural de la población ante la desmedida actuación de la Guardia Civil, la cual había dado palizas premeditadas a los líderes sindicales más destacados y que, tras verse acosada, incluso había llegado a abrir fuego real sin afortunadamente causar muertos.

El posteriormente famoso director de la Guardia Civil, Luis Roldán, habló de “actuación ejemplar” de sus subordinados. José Barrionuevo tildó de “violentos y vergüenza de la clase trabajadora” a los reinosanos. A nadie le importaba saber qué sucedía en la ciudad, a nadie le importaba saber que los trabajadores defendían sus vidas y las de sus vecinos. En definitiva, estaban defendiendo una ciudad que vivía únicamente de la factoría Naval. En los sucesivos días de marzo, los trabajadores de Forjas y Aceros, la Farga y Cenemesa continuaron unidos, defendiendo todos el trabajo de sus compañeros y defendiendo a su ciudad. Las huelgas generales se sucedieron en toda la comarca del Valle de Campoo, donde se ubica la ciudad de Reinosa. Además, las carreteras y vías férreas fueron cortadas.

La guardia civil por su lado quería lavar la “afrenta a su honor” de haber sido derrotada por los trabajadores y aprovechaban las patrullas diarias que hacían con sus tanquetas por la ciudad para lanzar decenas de pelotas de goma indiscriminadamente contra todo lo que se movía, aunque fueran niños asomados a las ventanas de sus viviendas. La incendiaria prensa nacional cada día echaba mas leña al fuego, acusando a la población de todo tipo de falsedades, llegando algunos periodistas trasnochados a relacionar a los trabajadores con la banda terrorista ETA, algo totalmente absurdo y que leyéndolo hoy daría risa.

El día 16 de abril, tras un mes de lucha laboral, ocurrió otro vergonzoso acto: cuando la población reinosana se hallaba concentrada pacíficamente en el tristemente famoso “Parque de Cupido”, escenario de la anterior batalla, la Guardia Civil, deseosa de revancha, cargó brutalmente contra todo lo que se movía, arremetiendo incluso contra las mujeres y los niños. La gente, como es normal, echó a correr, intentando refugiarse en portales y establecimientos públicos, pero los vengativos guardias civiles no se detuvieron y llegaron a entrar en locales y viviendas privadas para dar palizas a la gente, disparando indiscriminadamente sus pelotas de goma contra la multitud, llegando a dar un pelotazo aposta a una voluntaria de la cruz roja. Cabe reseñar que muchas veces los disparos de pelotas de goma eran a bocajarro, algo prohibido por la ley, que señala una distancia mínima para efectuar el disparo y evitar así posibles tragedias. Ni siquiera el campo de fútbol y la funeraria se libraron de los salvajes asaltos y desmanes de la Guardia Civil, incluso la funeraria fue incendiada “por accidente” durante los disturbios, si se puede llamar “accidente” a prender fuego a los ataúdes… en mi opinión, la actuación de la Guardia Civil fue algo más propio de hordas bárbaras que de agentes del orden.

Finalmente, la tragedia se saldó con 85 heridos graves, y con el lamentable fallecimiento del trabajador de Forjas y Aceros: Gonzalo Ruiz García, el cual se tuvo que refugiar con unos compañeros en un garaje para evitar la paliza que les querían propinar unos agentes de la Guardia Civil. Los agentes se indignaron al ver que la presa se les escapaba y decidieron lanzar botes de humo al interior del garaje para hacer salir a los refugiados, los seis botes de humo intoxicaron gravemente a los que se refugiaban dentro, provocando la posterior muerte de Gonzalo.

La prensa nuevamente echó la culpa a los trabajadores de los sucesos, sin decir nada sobre la actuación de la Guardia Civil, pese a que los ciudadanos de la ciudad les habían mandado un vídeo con imágenes de los desmanes de los guardias civiles. La muerte de Gonzalo fue convenientemente olvidada por los políticos y jueces de esa corrupta época de España, siendo el caso archivado. Varios guardias civiles serán castigados internamente por sus desmanes sin que la población la prensa lo conozca.

Esta última batalla fue el principio del fin de la lucha obrera en Reinosa, finalmente lo que la violencia gubernamental no pudo lo pudo la envidia, la codicia y el miedo. Los politizados sindicatos acabaron divididos, el aumento de salidas mediante prejubilaciones hizo que muchos obreros abandonaran la lucha contentos con salir prejubilados y temerosos de salir despedidos. Estos prejubilados dejaron solos a los que se enfrentaban al despido, acabando finalmente la dura lucha en una derrota para el valiente pueblo reinosano.

Tras esto, la ciudad de Reinosa sufrirá un constante debilitamiento, perdiendo mucha población y convirtiéndose en una sombra oscura y triste de lo que fue. Lo peor es que la solidaridad obrera murió con los sueños de la gente que salió a la calle en 1987, en los siguientes despidos de la factoría Farga en los años 90 nadie movió un dedo para protestar, pagando con la indiferencia el apoyo que estos obreros prestaron a sus compañeros de Forjas y Aceros en 1987.

El levantamiento del pueblo reinosano contra el despotismo de los despachos políticos, y la lucha de unos obreros que se negaron a ser despedidos porque “era lo conveniente”, siempre perdurará en la memoria de los que vivimos aquellos momentos y, además, será recordado a través de las emotivas canciones que inspiraron, como “Forjas y Aceros”, del cantante Ramoncín, o “Primavera del 87”, del grupo reinosano La Fuga.

Lo más triste de todo fue la terrible represión de la Guardia Civil, una represión que por desgracia quedó impune, manchando los errores de unos pocos agentes el honor de este valiente e histórico cuerpo policial-militar. Esperemos que hoy en día, con la democracia más asentada en España, sucesos como estos no tengan que volver a ocurrir y que el gobierno de turno no vuelva a olvidar que todos los españoles tenemos los mismos derechos.

La reconversión industrial es una causa normal del devenir económico, es normal que las empresas tengan que reducir personal cuando la situación lo requiere. Lo que no es normal es que los políticos y, sobre todo, los sindicatos usen a los trabajadores para obtener sus fines, despidiendo a los que ellos eligen en sus despachos, olvidándose de que los despedidos nos son simples números, son personas y que a los 45 años es muy difícil irse al paro de la noche a la mañana, sobre todo después de trabajar 20 años en la misma empresa.

Es tristísimo cómo los sindicatos bajaron los brazos en aquel año 1987, es tristísimo que los sindicatos miren siempre cumplir con su patrón político en vez de defender realmente al trabajador y sus derechos laborales. Pero más triste es ver como los propios obreros prejubilados olvidaron a sus compañeros despedidos. En definitiva, la sangrienta huelga de Reinosa en 1987 es algo para no olvidar, algo de lo que todos deberíamos aprender para no repetir un drama similar.

© 2007 – Autor: Marco Antonio Martín García Todos los derechos reservados. Prohibido su uso comercial, y la reproducción, parcial o total, de este texto, sin consentimiento previo del autor. https://senderosdelahistoria.wordpress.com

4 comentarios

  1. Buenas, me ha gusto la forma en la que has expuesto el problema de Reinosa y me parace increibla la actuación de los trabajadores prejubilados que no quisieron involucrarse para defender a sus compañeros, en fin, que cada día el ser humano me sorprende más.

    Tenemos que tomar ejemplo de esos trabajadores que lucharon hasta la muerte por un trozo de pan para sus hijos.

    Gracias por la información, ya que yo no estuve allí y conocia un poco de la historia por el maravilloso grupo LA FUGA y he de decir que me emocioné mucho cuando vi la placa en honor a Gonzalo Ruiz en el suelo de Reinosa

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  2. dos tanquetas decia el telediario soy de torrelavega y estube en cuatro caminos de torrelavega 1 hora parado viendo pasar tanquetas para reinosa la t6elevision censuro todo solo la tv catalana tubo cojones de decir la verdad y viva reinosa bravo por ellos estubieron en guerra por su trabajo os brindo todo mi apollo bravo campurianos

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  3. […] Άνοιξη 1987. Η Guardia Civil πνίγει στο αίμα απεργία των εργατών Χαλυβουργίας στην Ρεϊνόσα της Καντάβριας στη Βόρεια Ισπανία. (Πηγή: https://senderosdelahistoria.wordpress.com). […]

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